miércoles, 1 de diciembre de 2010

Loreto es San Pedro


Soy, por ubicación de mi domicilio, feligrés de la parroquia de La Granja. Mis pertenencias cofrades me colocan, sin embargo, en las de El Salvador-San Dionisio y Las Viñas. Por mis veinte años en Cope me siento, tanto cuando estábamos en la Cruz Vieja como ahora en San Agustín, de la parroquia de San Miguel del mismo modo que, desde que pertenezco también a la redacción de La Voz, diré que soy feligrés de San Pedro.
En esta última condición, y aunque calle toda denuncia pública pese a que es mi condición de periodista la que me hace habitante temporal de esta parroquia, es que siento la necesidad de decir una palabra de aliento a los cofrades de la Hermandad de Loreto. Ellos son, bajo la atinada dirección del sensato Eduardo Velo, el más firme brazo en el que apoyarse que han tenido siempre los curas de San Pedro. Doy fe de ello con gran admiración.
No entraré en disquisiciones de actualidad. De hecho ya dejé dicho en algún lugar que, al respecto del Sábado Santo, comenzábamos a perder el tiempo con la insistencia. Pero, teniendo en cuenta que un hermano mayor debe mojarse en un pleno de hermanos mayores, presento mis respetos ante cualquier postura que cada uno de ellos haya planteado. Finalmente, todos los dirigentes dan cuerpo a una eclesialidad patente.
Lo que no pasará jamás por mi mente es que por un pronunciamiento al respecto, el que sea si se fundamenta creyendo tener razón el hermano mayor, nadie, y menos el pastor de la parroquia, tome medidas que busquen restar importancia a un enraizamiento histórico, legítimo y palpablemente enriquecedor a lo largo de más de medio siglo. Los cofrades de Loreto pasan por ser de los de mayor implicación parroquial.
Item más, ellos y apenas ellos fueron la parroquia cuando, directamente llevando los archivos hace años y otros servicios de San Pedro, dieron una lección de compromiso con su Iglesia. Si hoy se les desplaza... si se les niegan llaves... si se les prohiben accesos... si se les dificulta su labor... no sólo se comete una injusticia muy grande. También se borra, o al menos se intenta, un ejemplo para todas las demás cofradías.
Y don Luis Delgado lo sabe. A mí me lo ha comentado alguna vez con admiración. Por ello, el párroco no actúa en consecuencia si por un mero pronunciamiento ahora se desdice de ese modo. Debe ser un error. No negaré que otras parroquias pudieran no sentir en sus labores fundamentales la ausencia de su hermandad de referencia. Pero ése no es el caso de la Hermandad de Loreto. Lo aseguro.
(Editorial en 'Carrera Oficial', 1-Diciembre-2010)

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