lunes, 16 de febrero de 2009

Qué Calvario!


El otro día, alguien que pasaba por la puerta de Bertemati, elevaba la voz, entre la reivindicación y la sorna, con un mensaje verdaderamente pancartero: "¡Sábado Santo, ya!". Yo, que salía del inmueble, no pude evitar la espontánea mirada hacía atrás -hacia adentro, realmente-, como temiendo que el destinatario al que iba dirigido semejante exclamación recibía el recadito de marras.
Tal vocinglería, nada más lejos de constituir arreglo alguno para el marrón que tenemos entre manos con respecto a La Piedad y ese Viernes Santo aún manga por hombro, se queda en expresión elocuente, eso sí, de una vox populi cada vez más generalizada. Pero el general, precisamente, no ha de encarar, justamente ahora, una decisión que hipoteque, de partida, a ningún nuevo pastor de inminencia sugerida.
Ya sé que me arriesgo a encontrarme, mi querido lector, una salida suya de tono recriminante: "¡Y tú que vas a decir, Gaby!" Vale. La recibo con todas sus consecuencias. Y, con todo, asumo, perdonen la insistencia, la posibilidad de esa desautorización que me quieran regalar con el mismo desparpajo que aquél de la reivindicación al paso, en un Arroyo que deja atrás días de visitas y reuniones cofrades.
Pero, si no fuera porque les considero con las suficientes entendederas, me esforzaría en explicarles que incluso una solución hipotéticamente consuada en base a la recuperación del Sábado Santo requeriría de una reflexión que preparase el terreno. Ninguno queremos, ¿verdad?, que tras el regreso procesional de la víspera del Domingo de Pascua, tengamos que arrepentirnos tras dos décadas soñando con ello.
Es precisamente por ello, calentita como parece que está la cosa, que creo, con toda honradez lo digo, que poco aporta ese griterío, por unánime que parezca, que pide la inmediata habilitación cofradiera del Sábado Santo. Diríase que, ante semejante sensibilidad de la calle al respecto, la recuperación de aquella jornada procesional abandonada en los ochenta está más cerca. Pero, aún en ese caso, flaco favor hace, a la causa inmediata.
No es tan difícil arreglar el Viernes Santo. Ni mucho menos. Y no sería justo que todos suframos este calvario, esté en nuestro futuro o no la recuperación del Sábado Santo, porque a alguien no le interese resolverlo sensatamente.
(La Voz, 15-02-09)

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