lunes, 12 de marzo de 2012

El Doce que sufrió Jerez

Garrochistas jerezanos en la Batalla de Bailén
Mientras las gaditanas se hacían «tirabuzones con las bombas que tiran los fanfarrones», como dice el popular tanguillo alusivo a la Guerra de la Independencia frente a las tropas francesas, los jerezanos, aun conscientes de la dificultad de la resistencia heroica por la que pasaba la capital y cuna de La Pepa, soportaban en el más absoluto ostracismo una ocupación gala que trajo la misma cantidad de soldados que población tenía por entonces la ciudad.
La llegada de los 40.000 franceses y sus previsibles consecuencias para unos ciudadanos que vieron empobrecer su economía, de un lado, y sufrir fama de afrancesamiento, malentendido según los estudiosos, por otra, constituyeron las claves más importantes de un periodo cuya celebración pasa estos días casi de puntillas por Jerez. Con todo, no faltan quienes reivindican el papel que la ciudad corrió durante los dos años que fraguaron la Constitución de 1812. Y encuentran que ahora es el momento de elevar la voz.
La nueva organización administrativa con la que el rey José I decide dotar al país reservaría a Jerez una de las pocas ocasiones que en su historia ha tenido de ejercer capitalidad en la zona -la otra es la diocesana que ejerce desde 1980-. La Prefectura de Xerez, con subprefecturas en Ronda, Sanlúcar y Cádiz (pese a no estar tomada), fue sin embargo caramelo envenenado que ayudó a crear, frente al talante gaditano, la imagen de una ciudad que se hubiera acomodado a la nueva situación.
La realidad no era otra, como reconoce entre otros el militar y estudioso de este periodo histórico Felipe Alonso del Puerto, que la que le atribuye el peor lote en el reparto de papeles de la situación. No en balde, sufrió la ocupación de sus iglesias y otros edificios de carácter diverso que fueron convertidos en acuartelamientos, de sus fuentes de uso público y consumo humano que fueron utilizadas por las tropas como abrevadero (caso de una existente en Lancería) y hasta de sus tabernas y botillerías (cafeterías) que se quedaban con las cuentas sin pagar como desafortunada costumbre generalizada.
Encarecida pero arruinada
Especialmente llamativo resulta la paradójica situación creada por la llegada de las tropas que, al duplicar de golpe la población de Jerez, originaron una subida de los precios frente a la que las propias quejas de la soldadesca impulsaron una nueva injusticia: el nacimiento de un impuesto con el que, pagado por los jerezanos, se proponían las autoridades francesas abonar pluses a las tropas para amortiguar el impacto de semejante encarecimiento. «Así nacieron las dietas», explica Alonso del Puerto.
La denominada «contribución de mesa», como fue llamada esta remesa impositiva que aplastó aún más a los vecinos de la ciudad, generó esta situación. No se conocen datos de la cuantía por familia jerezana que supuso este nuevo esfuerzo requerido pero que, en conjunto, les reportó «millones y millones de reales», asegura.
El libro 'Los franceses en Xerez', del que es autor este militar en la reserva y curioso investigador de un momento tan crucial en la vida de la zona, recoge un escrito que remite el prefecto de la ciudad al comisario regio, quien lo traslada a Madrid, que describe el estado en el que se encuentra Jerez. «Se explica en este escrito como los franceses convierten la ciudad, no por abuso sino por uso excesivo, en pobre, triste y arruinada», aclara Felipe Alonso.
«La sociedad jerezana del momento estaba absolutamente oscurecida, lamentablemente no hacía más que lo que se le decía por orden francesa», señala como fruto de este empobrecimiento «en un plazo tan ridículo de tiempo». «No tenían libertad -añade-, lo que dejaba a aquel pueblo jerezano al albur de los intentos de los franceses de darles fiestas como la que pretendían dedicar con motivo del cumpleaños del emperador o su aniversario de boda». Jerez apenas asistía a estos acontecimientos y los pocos que lo hacían son los que contribuyeron, según Alonso, a las críticas de afrancesamiento.
El Regimiento de Milicias
El antiguo Mesón de Buitrago, junto a la Puerta del Arroyo acogió en 1743 el nacimiento del Regimiento Provincial de Milicias Xerez que, cuando llegó el momento, también participaron en la Guerra de la Independencia mandadas por un jerezano, el Duque de San Lorenzo. Formado por 34 jefes y oficiales y 574 de tropa, estaba destinado en Cádiz y tras el levantamiento nacional se incorporó al Ejército de Andalucía.
El empeño por señalar ahora el carácter valeroso de los jerezanos obliga a recordar este regimiento que fue masacrado en la Batalla de Somosierra. Tampoco olvida, Alonso del Puerto, la popular Batalla de Bailén donde los garrochistas jerezanos contribuyeron decisivamente a la llegada hasta Madrid camino de la expulsión de los franceses de la península. Y, como recuerda el autor de 'Los franceses en Xerez', lo hicieron tanto desde los mandos militares, como fue el caso del general Tomás de Morla, quien sucedió al Marqués del Socorro al frente de la Capitanía General de Cádiz, como desde la condición guerrillera que enarboló Pedro Zaldívar 'El Cabrero'.
(La Voz, 11-Marzo-2012)

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