Bomba tirada por los bomberos a finales del XIX con Jerez al fondo. |
La caída de la reina Isabel II y la desamortización correspondiente llevó al cuerpo, algo más consolidado seis años después, a la actual capilla de San Juan de Letrán. Eran 36 los efectivos del cuerpo, nueve para cada una de las cuatro bombas tiradas por los propios bomberos, y en principio no eran más que trabajadores municipales en otras labores que hacían turnos en el parque cobrados aparte. Manuel Simó de la Riva fue el primer inspector.
Las campanas de las iglesias se convirtieron en primera tecnología de comunicación de los fuegos. Uno solo toque indicaba que el siniestro surgió en el barrio de El Salvador, dos llamaban a acudir a San Mateo, tres a San Lucas, cuatro a San Juan, cinco a San Marcos, seis a San Dionisio, siete a San Miguel, ocho a Santiago, nueve a San Pedro y diez a Las Angustias.
El actual edificio de los sindicatos, en la plaza del Arenal, fue la siguiente sede desde los inicios del siglo XX. Y allí se mantuvo el cuerpo hasta la llegada de los primeros vehículos, unos Renault adquiridos en los años 20 que obligaron a ocupar dependencias de la calle Ponce. Jerez saltaba directamente de las bombas tiradas por bomberos a la presencia de vehículos de motor, privándose del tiro por caballos o máquinas de vapor.
La existencia de tres coches llevaron a la brigada a la Ronda de Muleros. Era 1956 y coincidía con una nueva reorganización del cuerpo. «Cada una llegaba siempre de la mano de un siniestro», recuerda Honorio Trillo, miembro de una de las grandes sagas de bomberos que ha generado la ciudad junto a los Molina, Benítez, Suárez o Cirera. «Vinieron bomberos de Madrid a formarnos», apunta evocando la etapa en El Retiro.
«Cobrábamos poco pero teníamos vivienda», dice el autor de 'Historia del cuerpo de bomberos de Jerez'. Luego llegaría el nacimiento del Consorcio Provincial, la ampliación a 63 efectivos y la llegada del parque de Martín Ferrador en 1993. En 2009, un sello, un monumento junto al parque y el nombre de la glorieta Manuel Simó de la Riva los homenajearon. Ahora esperan la medalla de oro de la ciudad.
(La Voz, 12-Marzo-12)
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