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Su paso desde 2007 hacia el año nuevo vino marcado por la explosión en Los Albarizones, que es donde viven sus padres, de aquel desgraciado elemento con el que mal celebrar la llegada de 2008. Uvas, cava y jolgorio fueron sepultados bruscamente por un hecho que aún conmociona siete años y medio después. Y mi capacidad de empatía busca en piel ajena las sensaciones de un acontecimiento brutal para la vida de cualquiera.
Qué sea lo que se sienta en el momento en el que un cohete te deja sin el globo ocular forma parte de aquello que sólo se puede preguntar mostrando mucho más que el morbo del curiosón. "Quema pero no duele", me dice Rocío sin que parezca cruento el recuerdo. Pero no me fío de mis sensaciones. Menos aún a través del lenguaje escrito que, como se ve, es mucho menos trivial de lo que tantas veces se pueda sospechar de una conversación por Facebook.
Esta chica, joven e imparable ante lo que la vida le deparó entonces y que tantas otras repercusiones posteriores le trajo (eso sí que es cruento), conoce bien, y así lo explica, esos mecanismos del cerebro por los que, cruzado el umbral de lo lógico del aguante humano, bloquea las posibilidades del dolor. El físico. No sé si también el del corazón. Pero ella es fuerte. Sólo siéndolo puede sobrellevarse tanta operación.
Espera confirmación para una nueva intervención quirúrgica que hará ya la número 15 de todo ese largo itinerario para recuperar parte de lo perdido entonces. Y espera, cansada pero decidida, que un trabajo le ayude a salir adelante. También espera cosas que otros seguramente tenemos aunque para ella son un objetivo aún por alcanzar en el recuerdo de una de esas noches en las que los deseos se ahogaron en una copa de cava no consumida.
Otros nuevos vinieron a sustituir a aquellos para los que todos podemos atinar poniendo ejemplos. Trabajo, felicidad, salud para los demás porque ella la tenía antes de aquel cohete que la impulsó cinco metros hacia atrás en aquella Nochevieja y cinco mil hacia un ostracismo por el que, cuando ahora se habla con ella, pareciera que jamás hubiera pasado. Enhorabuena por tu admirable fortaleza. Y suerte en la próxima intervención!
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