Cada vez que escucho a la alcaldesa, por ejemplo, referirse a los efectos benefactores de las hermandades y cofradías es casi siempre para referirse a lo que nosotros llamamos caridad y otros solidaridad.Y que todos sean capaces de encontrarnos alguna utilidad ante la sociedad, aunque sea para ponderar aquello de lo que es capaz nuestra acción social, no está nada mal. Algunos de nosotros, por ello, tendremos la tentación de considerarlo una tabla de salvamento teniendo en cuenta como está el patio.Lo cierto es que me chirría cuando aprecio que esas menciones, formuladas por nosotros mismos incluso en tono de alarde, evitan siempre el origen y la naturaleza de nuestras acciones por los demás. Terminamos pareciendo oneges al uso. Lo que no es malo si no fuera porque lo nuestro jamás es puro altruismo sino una verdadera llamada desde nuestra fe.Y me parece particularmente raro que hagamos dejación de ello quienes juramos cada Cuaresma el derramamiento de nuestra sangre en defensa de aquello que creemos. No nos pega nada y, realmente, es más por la omisión de nuestra esencia más que porque neguemos expresamente lo que somos.Nunca lleguemos a la caridad por el complejo de que será lo único que nos hará tolerables enmedio de la sociedad. Más bien sea nuestra entrega a los desfavorecidos el resultado de aquella naturaleza cristiana que nos sostiene y que a veces nos callamos porque creamos que no seremos aceptados.“Estáis con la gente”, decía la alcaldesa en su intervención del homenaje a Manolito Mesa. Y eso es un plus de optimismo cuando se aprecian iniciativas como la de la Unión de Hermandades y su sorteo, el Nazareno y sus dulces o la condición benéfica que adorna a muchas de nuestras zambombas.
(La Voz, 14/12/2008)
(La Voz, 14/12/2008)
Asi debemos de estar con la gente, con lso hermanos.
ResponderEliminarFeliz AÑo Gabi.
jesús Cancelo