lunes, 9 de febrero de 2015

Adicciones que no vemos

Estoy deseando escuchar al hermano Juan Carlos Durán esta tarde. Abre la Semana de la Familia que se celebra en el Obispado de Jerez todos los años por estas fechas, y lo hace con algo que su experiencia directa al frente del Hogar San Juan le permite conocer bien. Los organizadores del ciclo han decidido reflexionar sobre las adicciones actuales, y lo hacen sobrados de buen criterio. Que si hay una alerta fundamental que activar en el seno de la familia es aquella que nos evite sufrir lo que podríamos contemplar como el fortín del individualismo que nos aparta de los demás.

'La familia como esperanza ante las adicciones de hoy' es título genérico del programa que desde las siete de esta tarde tenemos al alcance. 'Las adicciones también se gestan' es el de la primera conferencia a cargo de sacerdote tan querido en la ciudad. Quizá él se quede más bien en las drogas de siempre toda vez que la destrucción de la persona que a él llega con mayor facilidad sea la que nace de ellas. Luego llegarán psiquiatras, trabajadores sociales (Durán también lo es), psicopedagogos, informáticos, policías, médicos...

Llegaremos en cualquier caso a esas adicciones que nos han entrado en casa. Y lo hacen como en los años ochenta entraban las otras, sin que los padres se dieran cuenta hasta que no tenían un drama difícil de resolver llegados a cierto punto. Ahora es peor, porque la sociedad de la comunicación nos impide vivir sin móvil, sin internet, sin redes sociales, sin whasapp... Y éste que escribe tan decididamente convencido de su preocupación vive, confieso, colgado a todo ello como el que más. Difícil pues tener un buen consejo para nuestros hijos.

Las adicciones que no vemos, porque es difícil desarrollar ojos para poner burladero al toro de nuestra sutil dependencia de esta comunicación virtual que nos parece modernísima, ofrecen el peligro de llegar envueltas del celofán de un estilo de vida que no ponemos en solfa. Si cuestionáramos con menos reparos de los que habitualmente ponemos en liza nuestra predisposición a aislarnos con un aparato electrónico en nuestras manos impidiendo la conversación con quien tenemos al lado... otro gallo nos cantaría!

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