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Breaks, carretelas, faetones, jardineras, calesas... Los tipos de carruaje más genuinos en nuestra tierra se llevaron las miradas de quienes no necesitan tomar asiento en estos enganches, tirados a la limonera o al medio tronco comúnmente, para sentirse paseados sobre un albero que, a la hora de más calor y repitiendo las máximas del día anterior, parecía el causante de la gracil elevación de las manos de los équidos. Por lo demás, la elegancia tan natural a bordo de las cuatro ruedas no dejaba atrás la que emanaba de la estampa de jinetes y amazonas, más de los primeros, que montaban a la vaquera.
Las luces son capaces de causar una ilimitada admiración, los buenos precios en casetas y cacharritos pueden animar el consumo, el establecimiento de un moderno centro de prensa en pleno ferial ayuda a la difusión de los encantos de la cita festiva o puede avanzarse en artilugios como la aplicación de móvil para la localización de niños perdidos en la Feria del Caballo. Pero nada de eso cobra sentido hasta que los caballos no toman posesión de lo que es suyo. Y, en el solemne momento de los primeros golpeos de pezuña sobre el albero vividos ayer, todo lo demás pasa a segundo plano.
Para los niños, el martes de feria tenía otros atractivos muy capaces, sin embargo, de competir abiertamente con la belleza del paseo caballista. Llegó el primero de los días de cacharritos más baratos y, aunque no son ellos los que se llevan la mano a la cartera, sí notaron algo especial en unos padres muy dispuestos a pasar por la Calle del Infierno seducidos por la equívoca convicción de poder despachar de una tacada las necesidades de los hijos en esa ruidosa parte de la feria. Se notó, con todo, que aún quedaba una segunda jornada barata que este año se estrena. Pero el domingo queda lejos aún.
La bajada al euro y medio en la que quedaba la generalidad de las atracciones ayudó al dispendio paterno. Pero a los niños, que ya acompañaron en cifra significativa a la alcaldesa María José García-Pelayo en el encendido del alumbrado, no se les engaña y, aunque no sabían mucho de cuánto se ahorraba la economía doméstica sí tenían claro que las vueltas no duraban lo mismo. Cosas de aquellos trapicheos tan genuinamente feriales. Y si ciertos engañabobos propios de nuestra fiesta de mayo merecieron la poesía de José María Pemán, quién se atrevería a ponerle pegas ante los críos.
“Es una feria solidaria”, dice la regidora. Así sea en estos tiempos en los que contemplar con alegría la presencia de personas de caseta en caseta, gastando con moderación pero dejándose sus eurillos mientras el calor azuzaba en la hora punta. Más de uno se acordaba, mientras el sol castigaba, del helado ‘de feria’ que una pastelería del centro de la ciudad anuncia en su escaparate. El sorbete, elaborado con rebujito y tan seductor de las necesidades de refresco como de los paladares que no quieren apartarse de aquello que el Hontoria guarda para sus visitantes, es todo un invento.
Más habitual es que los políticos dejen aparecer su generosa invitación en comidas con los periodistas en las que prolongar una relación de suyo necesaria. Dos de las profesiones peor vistas de un tiempo a esta parte se dieron ayer la mano, para olvidar las penas seguramente, en convocatorias en sus respectivas casetas de socialistas, pachequistas y andalucistas. El póquer lo completarán mañana jueves los populares en el Gobierno municipal jerezano. Ayer fue la ocasión de que la oposición se estirara, hasta donde les es posible. Pero no faltó ni jamón del bueno ni langostinos tigres.
Lo demás lo pondrían referencias más sutiles de lo habitual durante el año, y acompañadas de gracieta si es posible, a las cosas “que los demás hacen mal” o la locuacidad del exalcalde Pacheco apartando quizá de su memoria la sentencia que le aguarda en breve. Para todos tiene tregua una Feria del Caballo que incorpora hoy miércoles el Depósito de Sementales, antiguas y vistosas instalaciones junto al González Hontoria recién revertidas por el Ministerio de Defensa a la ciudad, que acogen el Concurso de Doma Vaquera.
A lomos de la evasión siguen los jerezanos y visitantes en medio de una realidad cuajada de belleza por doquier allá donde uno detenga la mirada. Hoy, por ejemplo, se incorporan las mujeres en esos grandes grupos habituales de cada miércoles de Feria. No han faltado en el parque pero se harán notar mucho más. Mientras tanto los caballos son siempre un buen destino de nuestra atención. Entre copa y copa, sus evoluciones también emborrachan de emociones impagables. Ellos han tomado posesión de la feria y ya no la dejarán hasta que llegue el próximo domingo.
(La Voz de Cádiz, 08-05-13)
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