jueves, 17 de junio de 2010

Repetto, cuarenta años de Catedral


Cogí la bandejita para acompañar al sacerdote a dar la comunión. Apenas tenía ocho años y Santa Ana comenzaba a convertirse en un escenario tan magnífico para conocer la Iglesia de primera mano como para los juegos del nutridísimo equipo de monaguillos que entonces tenía la parroquia de La Plata.
Acababa de llegar y mi predisposición al servicio me llevó, en una de mis primeras ayudas a las misas, a agacharme voluntarioso para coger la hostia que se le cayó al sacerdote de los dedos o al feligrés de la boca, que no recuerdo. Pensé que evitar al cura que tuviera que hacerlo él formaba parte de mi rol.
Un año antes hice la Primera Comunión pero mi predisposición me pudo muy por delante del recuerdo de que la forma consagrada sólo la toca el cura. Aunque ahora se pueda comulgar con la mano. Por eso fue a cogerla y, con la iglesia llena, me tocó sufrir el vozarrón y el manotazo del sacerdote: "¡Eso no se toca!"
Era el año 73, último de José Luis Repetto Betes como párroco de Santa Ana. Genio y figura ya entonces aunque más popularizado en la Catedral, estamos cercanos a asistir a los cuarenta años en el primer templo diocesano, primero como abad de la Colegial y luego como deán del templo ya catedralicio.
Bueno, pues se acabó ayer miércoles. Las elecciones del Cabildo Catedral, reforzado recientemente con los nuevos nombramientos de canónigos, renovaron los cargos y nos dieron un nuevo deán: Antonio López Fernández. Ahí lo ven, con el bueno de don José, como siempre conocimos a Repetto.
Yo hacía la foto y recordaba aquella anécdota. Y también otras tantas cosas de este sanluqueño erudito que, en la hora de la retirada al frente de la Catedral, se prepara para encontrar en San Dionisio nuevas ilusiones pastorales. Enhorabuena, don José. Por todo lo logrado y por cuanto falte por llegar.

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