He conocido que Jerez despide, aún a esta hora, a Fernando Terremoto. Y estoy conmocionado. Quizá porque no he seguido demasiado la evolución de su grave operación de hace un año y como, en los últimos tiempos, había mermado al heredero cantaor del digno heredero del poderío de su padre. Sólo cuarenta años de edad y apenas la mitad en el panorama cantaor al que accedió cuando yo comenzaba en la radio. Recuerdo crónicas de Pepe Marín señalando la cierta sorpresa por el vozarrón de indudable raíz en aquel de quien tomó nombre artístico. Indudablemente le venía de casta al galgo. Y ello al punto que he leído crónicas periodísticas de hoy que hablan del adiós a una leyenda. Lo será, más aún por cuanto prolonga sin duda la que constituía su padre. Descanse en paz aquél a quien, lamentablemente, nos quedaremos sin disfrutar en el primero de los espectáculosque contaba sin él y que, necesariamente, guardará luto por un flamenco tan cabal: el Festival de Jerez lo incluía en el ciclo 'Café cantante', en la Bodega Los Apóstoles. Los discos ‘La herencia de la sangre’ (1989), ‘Cantes de la campiña, bahía y sierra’ (1990) y ‘Cosa natural’ (1997) o su interpretación de la canción de la película ‘Carmen’ de Vicente Aranda, nominada a los Premios Goya, nos lo deja aún entre nosotros. Y para siempre.
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