miércoles, 10 de febrero de 2010

Bendita locura


Hace años, cuando me hacían partícipe del nacimiento de la Fundación Pan y Aflicción, un recordado periodista muy admirado por quien les habla y que ya no está entre nosotros calificó el proyecto de la Hermandad de la Coronación -la suya al fin y al cabo- de locura. Entonces, en una columna de opinión, yo le añadí el calificativo "bendita".
De benditas locuras estaba ya llena, para entonces, la historia de nuestras cofradías. Fue una bendita locura que la Hermandad del Amor afrontara, tras el rayo, la construcción de su capillita. Y también fue una bendita locura el traslado del Perdón a la ermita de Guía. O la aparición de nuevas hermandades.
Bendita locura las coronaciones canónicas fruto de nuestro amor a María Santísima y el sobreesfuerzo sobrehumano por momentos de los equipos de mayordomía cada Cuaresma y las horas que está en la calle el Soberano Poder cada Miércoles Santo y llevar el misterio de la Candelaria a Madrid con motivo del Encuentro Mundial de la Juventud de 2011.
Es bendita locura, por ejemplo, el empeño de Nazareno por recuperar el túnico de las avefrías que descubrimos el pasado viernes en el Alcázar y también lo es meterle mano a tan costosa restauración como ha sido la del paso del misterio de la Sagrada Cena que ya admiramos el sábado y hoy nos trae invitado al estudio.
Déjenme ahora hablarles de una última locura bendita -penúltima nos gusta más decir en Jerez- que llama la atención estos días: la obra de la Capilla del Consuelo en El Pelirón. A contra reloj marchan pero, créanlo, estarán en tiempo y forma. Abandonarán sus cofrades el confort de la iglesia parroquial pero se implantarán en el barrio.
Y ésta, que es la más bendita locura de esta otra intervención cofrade de la que les hablo, ya está dando sus frutos. Se lo aseguro. Quizá aquellos que no comprenden semejante esfuerzo no llegarán jamás a entender que no hay mejor sino para el cofrade que caminar sobre el pedregal.
Háganme caso. Los logros son más y mejor celebrados y la unidad entre los hermanos crea, más fructíferamente, la fraternidad que, por definición, es fundamental si queremos seguir siendo hermandades. Hagan la prueba.
(COPE, editorial en 'Carrera Oficial', 10-02-10)

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