sábado, 29 de agosto de 2015

Oxitocina para todos

El nervio vago reacciona cuando llega la ocasión. Es respuesta cerebral de origen homínido que nos permite identificarnos unos a otros de modo prácticamente inconsciente y, por lo tanto, sintiendo con el otro que aquello que encontremos en común sugiere parentesco no imprescindible realmente para que asome la deseable compasión. Y si no lo conocemos de nada siempre se viste de decisión inmediata sobre si nos cae bien o no. Empatía, lo llaman.

La hormona que se genera en ese proceso se llama oxitocina y, a la vista está, es clave para las relaciones interpersonales más allá, porque la primera impresión es importante siempre, de lo que el entendimiento disponga más tarde. No es bueno hacerse ilusiones baladíes pero... y si todo aquello que nos asquea del mundo no se debe expresamente al irregular reparto de recursos que origina el hambre, la lucha por el control del petroleo o las guerras tribales?

En las distancias cortas podemos encontrarnos o desencontrarnos en esas diferencias ideológicas que enfrentan a las personas en el terreno político o religioso. O en la convivencia familiar, laboral y vecinal encontramos a diario los signos visibles de aquello a lo que la carencia de la mencionada hormona nos puede conducir. Oxitocina nos debe faltar cuando la discusión se agría, en redes sociales por ejemplo, cuando toca debatir los temas más candentes.

Oxitocina para todos, que el hombre (siii, la mujer también) lleva miles de años aquí y algún día deberíamos terminar aprendiéndonos la copla de aquello que es tan consustancial a la situación hacia la que la evolución nos ha traído tanto tiempo después. Mensaje para quienes se lo preguntan en este momento: sí, todo viene por un bonito documental de La 2 que acabo de zamparme. Y a todos, a segregar esa cosa que nos permita ser un poco más felices.

lunes, 24 de agosto de 2015

Mesas para qué os quiero

Acabo de levantarme recién cenado. No hemos arreglado el mundo mientras comíamos, tampoco hemos arreglado ninguno de los problemas más domésticos que nos acucian... pero hemos hablado, en torno a la mesa, de lo que a lo largo del día no hemos sido capaces. Quizá más por no haber sabido encontrar el modo en la dinámica cotidiana de idas y venidas que porque no exista la posibilidad más allá de esas sentadas con horario fijo y platos por delante.

Y McCann y MRM/McCann, creadores de la nueva joya publicitaria de Ikea, han sabido dar en el clavo. No me dan comisión los suecos pero, cuando un anuncio me atrapa de verdad, o es de la famosa compañía de muebles o es de Coca-Cola. Apenas un par de empresas más me parecen tan habituales en esos niveles de calidad que impiden aprovechar los intermedios (así se llamaban en los tiempos del VHF y el UHF) para ir a miccionar.

El spot está protagonizado por la mesa del despacho oval de la Casa Blanca. A lo largo del mismo este poderoso lugar de toma de decisiones de interés mundial relata su envidia por las mesas de los hogares normales donde se cuecen asuntos cotidianos y se disfrutan comidas familiares. El anuncio de bodas, la decisión para la compra de una vivienda o el conocimiento de las notas de los niños pueden ser o no los argumentos que aparecen pero cabría todo ello.

Ahora, al girarme y mirar nuevamente la mesa que acaba de ser recogida de platos, cubiertos y otros elementos de la cena, puedo reproducir mentalmente qué hemos hablado en ella. Como al llegar al dormitorio y mirar la que sustenta el ordenador en el que escribo evoco fácilmente mis reflexiones sentado ante ella. O aquella que me espera en la redacción de la radio se llenará de papeles, de decisiones sobre temas que ocuparán mis notas, la antena...

Vender mesas, que es algo que sin este anuncio parece insustancial salvo por la facturación correspondiente, alcanza una dimensión insospechada por obra y gracia de la nueva tendencia que pone experiencias al alcance del comprador. Y, sin embargo, lo sorprendente ahora es no haber reparado convenientemente en que lo lógico, pese al individualismo imperante, es vender mesas que nos reúnan más que sillas que, de una en una, sigan aislándonos.

jueves, 20 de agosto de 2015

Aún me queda una semana, afortunadamente

Comienzo a bajar de mi mirador vacacional. Lo haré en un plis plas consciente que no me veré en otra igual hasta dentro de mucho. Y ahora, a una cierta distancia de esa silla desde la que ver el movimiento del mar plácido de un verano que no es otro más, toca cambiar de panorama. Y también de asiento.

Así, y tras haberme inoculado el estrés conscientemente, es cuando me digo: "Aún te queda una semana, Gaby!" Miel sobre hojuelas. Sólo a partir de ahí reconduzco con una inyección de optimismo, eso sí, mi propósito de ir asomándome a una nueva temporada de actualidad a todos los niveles.

En Jerez, incrementando su deuda con algún crédito ICO de ésos a los que los socialistas hacían ascos hasta que, gobernando ahora, abrazan también al ministro Montoro. En la provincia, dejando atrás un verano turístico que parece bueno. Y en Andalucía, testándose aún ese PSOE+Ciudadanos que nos toca al frente.

Pero llegará el final del otoño con esa enésima convocatoria electoral y, a ver qué ocurre en Cataluña antes, comprobar en Rajoy aquella máxima de las barbas puestas en remojo en función de lo que se va viendo en los anteriores comicios. Y las Generales llegarán con Jerez deseando aferrarse a los carrizos hasta cerrar año tan jartible.

Aún me queda esta silla al borde del mar sin embargo. Muy pronto he bajado de ella. Y lo he hecho hoy, creo, con ganas de cambiar de aires al fin, de volver al tajo. Pero visto que queda una semana para mi incorporación y, sobre todo, visto lo que me espera a la vuelta... subo de nuevo! Que se mueva el mar. Ya me tocará hacerlo a a mí.

lunes, 17 de agosto de 2015

Miedo, asco, tristeza, ira y alegría

He conseguido reunir ese abanico de emociones atendiendo estos días a algún que otro informativo de la tele. Y, hasta en vacaciones, las relaciones interpersonales han dado para un poco de todo ello. Por no pensar en lo que me espera una vez me incorpore a la actividad laboral y llegue de nuevo el momento de contar en la radio la actualidad más cercana. En el fondo, sean mezclados según la situación o vividos de uno en uno, estos sentimientos son la sal de la vida y el modo de encauzar cuanto nos pasa a diario.

El último producto de la factoría Pixar está en cartelera con el título 'Del revés' y, aunque no termino de entender el sentido de ese modo de llamar en España la original 'Inside out', la película se convierte en un acertado modo de explicar los mecanismos de nuestro cerebro. Cinco personajes se convierten, en la 'mesa de control' de la cabeza de una niña en tránsito hacia la pubertad, en los protagonistas de las tantas veces inexplicables reacciones de edad tan convulsa. Las pugnas entre ellos son toda una aventura digna de atención.

No creo que se trate de una película para niños. Y, por mucho que la exquisita capacidad creativa de sus autores ponga en liza una propuesta visual muy atractiva para ellos, lo cierto es que tendría que ser proyectada a los futuros neurólogos, psicólogos o psiquiatras que pueblan las correspondientes facultades del ramo. Item más, creo que han de verla padres con hijos en ciertas edades, personas dedicadas al trato con el público, curiosos de los intríngulis del pensamiento y adultos en general.

La actividad de la conciencia, el negro subconsciente, los recuerdos cotidianos y también los esenciales, las 'islas' de nuestras preferencias, los mecanismos de interconexión neuronal, las disfunciones y las resoluciones, las pugnas entre la alegría (líder del grupo en la evidencia optimista de la trama) con la tristeza (descubriendo finalmente su verdadera importancia), el miedo (tembloroso e inestable a cada paso), el asco (presto siempre a ejercer su papel) y la ira (explosiva, incendiaria...). Todo ello está en 'Del revés'.

Actuar tras verla quizá conduzca, imaginando procesos tan desconocidos por la generalidad, a contemplar posibilidades de mejora llevados de la mano de un personaje que, visto lo visto, es, más allá de convicciones de boquilla que tan a menudo podemos barajar, verdadero director de las mejores motivaciones vitales. En manos de la alegría comienza a ponerse este propenso a la melancolía que, tal vez, sea capaz de lo mejor en adelante. En la peli ella puede resolver el desbarajuste generado por los demás. En la vida real también puede.

domingo, 16 de agosto de 2015

La playa

El sol veraniego torra y castiga la piel de modo consciente si nuestra pigmentación no ayuda o de modo inconsciente si, por morenitos ya, nos creemos inmunes a su daño. La arena quema si está suelta y es molesto compañero de desplazamientos cuando viaja entre los dedos de nuestros pies. El salitre termina originando picor hasta que felizmente conseguimos que la ducha al regreso, o en la misma playa si está bien equipada, nos limpia no solo de su presencia sino también del recuerdo de sus molestias.

Todo ello, y también la necesidad de cargar con sombrilla y sillas o con nevera y otros pertrechos (atrás queda la estampa de nuestros padres como porteadores serpas con esa sandía a los hombros antes de quedar enterrada en la arena y con la pesadez de esos niños que éramos entonces) explican porqué un buen amigo como Javier Fernández Martos (en la foto) me dice aquello de "es mi martirio de cada verano, no lo veo nada bueno". Y hasta soy comprensivo y me reprimo de afirmar que lo ha probado poco. O te lo dije, fratello?

Mi amigo me va dejando en sus frases, con seco gracejo rondeño que exhala de modo inmisericorde cuando mi provocación aparece, algo que estoy seguro tiene presencia en la mente de todos. Que nos hemos vuelto comodones. Y prometo que es cierto que mientras leo y respondo en redes sociales al entrañable contertulio estoy escuchando 'La playa'. La Oreja de Van Gogh me cuenta una bonita historia desarrollada tiempo ha sobre la arena de una de ellas. Ves, Javier. La playa es fundamental en nuestra vida.

Y luego están las puestas de sol sobre el Cabo de Roche y las carreras de caballos de Sanlúcar y las barbacoas del Carranza y la pesca de mi yerno y sus amigos en las noches roteñas... En fin. Un verano sin playa es como unas vacaciones sin sentido. Sobre todo si conseguimos hacer en ella algo más que tostarnos vuelta y vuelta. La cuestión, como casi siempre, es encontrar en ella, querido amigo Fernández Martos, ese tesoro cuyo plano no nos llegará sobre las olas dentro de una botella. O quizá sí, nunca se sabe!

miércoles, 12 de agosto de 2015

El tabú de la muerte

Varias decenas de 'me gusta' no me liberan de la atención a los pocos casos en los que alguien me ha afeado la publicación de las fotos ya difunto del Hermano Adrián del Cerro. Pero quizá se les pase que fueron muchas las del recién desaparecido religioso hospitalario que he publicado también en estampas preciosas en las que repartía su bonhomía. 

O quizá tampoco se esté contemplando que estamos hablando de un verdadero santo cuya entrega se ha agradecido también mientras se le apreciaba en esa imagen ofrecida en el féretro expuesto en la capilla ardiente instalada en el Santuario San Juan Grande. El caso es que lo único importante es el perfil humano y religioso que, con las palabras o las fotografías, hemos exaltado.

Y, con todo, no he querido desaprovechar, una vez han pasado ya unos días de esa despedida a quien durante más de cincuenta años se entregó en Jerez por los más desfavorecidos, para subrayar una prestación más que este menudo servidor de Dios tiene para nosotros. Sin ir más lejos, Juan de Dios y Juan Grande, los dos grandes santos que la Orden Hospitalaria tiene en los altares, abrazaron directamente a la muerte en mil ocasiones en las que la atención a los necesitados alcanzó esa bendita desmesura.

Cuando a alguno le tiembla de ese modo la sensibilidad ante la imagen plácida de un bendito del Señor recién muerto tras vaciarse por los demás quizá nos toque revisar nuestro nivel de compromiso con las personas y con el mundo. Y si nuestros informativos se llenan a diario de los fallecidos en las guerras o nos zampamos otras muchas estampas de la crudeza que el género humano sufre... cuál es la razón de ese sufrimiento que alguno siente al ver al Hermano Adrián recostado para el viaje último?

Por cierto, a los que tienen el detalle no tanto de afear la publicación per se sino de considerar que no era necesaria la aparición de las fotos, les propongo el reto de hacer la lista de entradas, frases y consideraciones tan innecesarias o más que esas imágenes que encontramos a diario en Facebook, Twitter y otros lugares. Si hemos superado los tabús del sexo, del mal uso del lenguaje o de la agresión a los demás con infamias y demás zarandajas... qué nos pasa, llegados ya al siglo XXI, con el tabú de la muerte?

Hermano Adrián, ahora que estás cerca del Dios al que serviste en vida a través de tu entrega a los enfermos y pobres, ruégale por todos nosotros, por nuestras muchas debilidades y también por nuestras insufribles intolerancias!

viernes, 7 de agosto de 2015

Gente con duende

Se llama Carmen Martín Natera. No recuerdo el tiempo que hace que es amiga mía por Facebook, red social a través de la cuál hemos hablado alguna vez de lo que ella llama 'el duende'. Y yo, que siempre me he considerado el payo más desaborido que haya nacido jamás en el Barrio de Santiago, me apunté pronto a querer saber de ese pellizco del alma que siempre intuyo al usarse esa expresión tan flamenca. Pero éste es otro duende. Aunque no por ello disminuye mi interés por conocerlo, más bien al contrario.

Llaman así a ese 'amigo especial' que genera el inesperado temblor característico de quienes han de convivir con el parkinson. Y quien me explicaba qué significa ser morada de esa enfermedad crónica y degenerativa del sistema nervioso es paciente cuya edad y talante sorprenden. Siempre pensé en otras etapas de la vida al imaginarlos. Y la redención por semejante apriorismo había de llegarme procurando saber algo más de esta realidad tan singularmente atractiva de conocer. 

Carmen preside a quienes en Jerez se unen para ser atendidos en su vida con 'el duende'. Son más de 450 en la ciudad y unos 2.500 los casos diagnosticados en la provincia. Entre ellos, los 400 menores de 40 años son conocidos como EPIT (enfermos de parkinson de inicio temprano). Fue ella misma la que el 15 de enero de 2014 abrió un perfil de Facebook que se convertiría en sólo unos días de abrumador volumen de contactos en la llave para la constitución de la asociación Parkinson Jerez el 22 de febrero de ese mismo año.

Ella misma me habla de esa enfermedad de la que fue diagnosticada en 2013
como un ser que la habita, con el que puede hablar o incluso reñirle por una aparición inesperada. Y humaniza de tal modo su relación con aquello que la hace pensionista tan joven que sorprende comprobar aquello de lo que, quienes no sufrimos nada similar, nos quejamos con tanta facilidad. No todos los de la foto lo tienen. Pero sí conforman una junta directiva que encabeza la realidad de esa gente con duende que sale adelante con más vitalidad que yo mismo.

jueves, 6 de agosto de 2015

Cuando la Nochevieja te cambia los deseos

Foto de www.lavozdelsur.es
Se llama Rocío Vázquez Márquez y ha sido la primera persona en pedirme amistad en la conocida red social de la que ayer decía que la acción depurativa del verano promovía que alrededor de 300 personas fueran desagregadas de mi perfil. Y llega, de modo tan distinto a quienes son descartados por no aportar nada, con una historia que ni empezó ni terminó aquella Nochevieja en la que perdió el ojo por culpa de un cohete.

Su paso desde 2007 hacia el año nuevo vino marcado por la explosión en Los Albarizones, que es donde viven sus padres, de aquel desgraciado elemento con el que mal celebrar la llegada de 2008. Uvas, cava y jolgorio fueron sepultados bruscamente por un hecho que aún conmociona siete años y medio después. Y mi capacidad de empatía busca en piel ajena las sensaciones de un acontecimiento brutal para la vida de cualquiera.

Qué sea lo que se sienta en el momento en el que un cohete te deja sin el globo ocular forma parte de aquello que sólo se puede preguntar mostrando mucho más que el morbo del curiosón. "Quema pero no duele", me dice Rocío sin que parezca cruento el recuerdo. Pero no me fío de mis sensaciones. Menos aún a través del lenguaje escrito que, como se ve, es mucho menos trivial de lo que tantas veces se pueda sospechar de una conversación por Facebook.

Esta chica, joven e imparable ante lo que la vida le deparó entonces y que tantas otras repercusiones posteriores le trajo (eso sí que es cruento), conoce bien, y así lo explica, esos mecanismos del cerebro por los que, cruzado el umbral de lo lógico del aguante humano, bloquea las posibilidades del dolor. El físico. No sé si también el del corazón. Pero ella es fuerte. Sólo siéndolo puede sobrellevarse tanta operación.

Espera confirmación para una nueva intervención quirúrgica que hará ya la número 15 de todo ese largo itinerario para recuperar parte de lo perdido entonces. Y espera, cansada pero decidida, que un trabajo le ayude a salir adelante. También espera cosas que otros seguramente tenemos aunque para ella son un objetivo aún por alcanzar en el recuerdo de una de esas noches en las que los deseos se ahogaron en una copa de cava no consumida.

Otros nuevos vinieron a sustituir a aquellos para los que todos podemos atinar poniendo ejemplos. Trabajo, felicidad, salud para los demás porque ella la tenía antes de aquel cohete que la impulsó cinco metros hacia atrás en aquella Nochevieja y cinco mil hacia un ostracismo por el que, cuando ahora se habla con ella, pareciera que jamás hubiera pasado. Enhorabuena por tu admirable fortaleza. Y suerte en la próxima intervención!

miércoles, 5 de agosto de 2015

El hastío del estío

Me he topado de pronto con esta obra de José Cabello Ruiz. Y me he parado en ella sin saber bien porqué. Eso sí, me he detenido queriendo identificar algo que por un momento me ha costado dilucidar. Tan desocupado como reflexivo en estas vacaciones, la canícula llegó con vitola de puesta a punto personal este año. Y ello impone estar atento a los signos propuestos de modo inesperado. Es el caso. Y la cosa es jugar con las palabras como quien lo hace con el montón de las piezas de un puzzle. Hasta que encuentras que una junto a otra cobran sentido.

Es cierto que son las tres de la tarde. Y que en la calle hay 37º. En los albores del sesteo, no puede esperarse mucho más de mí. Y no deja de ser paradógico en quien, como yo, apenas conoce esa cabezada post almuerzo a lo largo de todo el año. Pero reconozco que si ello, el reencuentro con el sopor veraniego, ayuda a un ejercicio que es inconsciente en mi mente... no lo es menos que habrá ahora quien me diga, conociéndome, que me baje de esta melancolía que es para mí tan confortable tren al que subir en momentos... especiales.

También es cierto que soy andaluz. Y que más me valdría dejarme invadir por la luz mediterránea que tan bien convirtió los pinceles de Sorolla en aldabillas que abrieran las ventanas estivales de par en par. Y que tendría que arroparme, por demás, del rumor de voces en la orilla de esas chicas vestidas del blanco que el valenciano llevó al lienzo. Juguetonas como las olas del mar en nuestras playas de la provincia, la algarabía, el tinto de verano y el éxito musical de turno sonando desde la sombrilla vecina habrían de definir mejor mi tiempo de vacaciones. 

Pues resulta que debe haber en mí un alma castellana, un etéreo pálpito que me coloca con más facilidad en la infinitud de un trigal a punto de ser recogido bajo el sol de justicia de agosto en el interior, ése ubicado a centenares de kilómetros de la playa más próxima. Seré 'gili'? Teniendo a la mano las calas de Roche y Conil o los arenales dorados de la Bahía y la costa noroeste... Pues tengo un chip que, aún estando en ellas... en nuestras playas, me coloca el celofán de un cierto hastío que, para mí, también es consustancial al estío.

Pero no sobrecogeros. No me miréis raro. Ni me llaméis cosas feas por ello. Dejad que el juntaletras se desahogue. Que siga buscando, aun en la soledad escogida o sobrevenida, las claves de un tiempo que es depurativo. Y lo es desde la más pura entelequia hasta lo más pragmático y directo. Acabo de cargarme (perdón, desagregar) a casi trescientos amigos de mi perfil de Facebook. Un ejemplo de aquello que la mirada a mi infinito 'trigal' emocional conduce. Los elegidos ni lo notarán. Seguro. Los demás seguís conmigo. Verdad?

sábado, 1 de agosto de 2015

Corredor de fondo también en agosto

Escucho a Pink Floyd y miro mi portada de Facebook. Eso son las vacaciones. Serenidad de espíritu y moverme sólo a mi gusto. Las carreras que me pida el cuerpo. Ni una más. Menos aún de ésas que me hacen velocista entre rueda de prensa y rueda de prensa a lo largo del año. Así comienzo hoy agosto, mes que se inicia teniéndome ya con un rodaje de una semana sin aparecer por el tajo. Con soledades escogidas y reflexión interior sobre esto, aquello y lo de más allá... Así pasan las horas. Y, eso sí, con el claro propósito de no perder ni una cosa ni la otra mientras tanto.

Abandonar la serenidad es cada vez menos probable en mi caso. Mal que me pese el recuerdo de apasionamientos explosivos protagonizados ha no mucho. De hecho un cruce de opiniones en una de las redes sociales pudo dar para ello hace un rato. Bastó, sin embargo, la moderada exposición de mi pensamiento, la reconducción del debate al plano en el que se generaba y comprobar que el ruido de sables tampoco iba camino de afrenta alguna. Por eso me alegro de la mesura convertida en botín de esa lucha de la vida que siempre procuré incruenta y no siempre se me concedió.

Y al respecto de la acción, del movimiento, del ejercicio, del dinamismo incluso en la reflexión... en esa parada y fonda en la posada del urgente aliento estival... conviene aclarar que nunca fue, durante el año, una huída hacia adelante sino la marcha hacia el futuro. Desconocido, quizá. Pero a paso firme pese a la incertidumbre. Y, con todo, aunque ahora en verano aún me sobresaltan, a través de mi android, correos, teletipos y mensajes de todo tipo sobre la actualidad... sólo me pongo en marcha para cosas como esa imagen de la foto. Y que poco se parece a mis carreras por el centro de Jerez a lo largo del año.

Sigo en ellas, en las movidas lúdicas, mientras quiero que me dejes decirte una cosa que, al llegar al final de esta entrada, me parece imprescindible. Posiblemente no hayas entendido mucho de todo lo expuesto y tendrás que releer para procurar percibir algo de lo dicho... de cómo y porqué hoy me ha dado por ahí... Pero no te preocupes, no es por tu culpa. Soy yo que pongo también, alguna vez, las neuronas a descansar. Pero debes saber que es mucho más que una mera descongestión estival de esos otros temas que, incluso en esa estación, poblan mi pensamiento 'blogerizable'.