(De mi segunda Exaltación en el Calvario, 26/febrero/2016)
El
primer saludo para el Señor Yacente del Santo Entierro, antecediendo mis
mejores deseos para todos ustedes, no ha podido evitar, al inicio de este mi
segundo envite en este acto… diez años después de aquella otra Exaltación en el
Calvario… encontrar al periodista que soy como mejor aliado para el hombre de
fe en el camino del descubrimiento de las grandes realidades de nuestro tiempo,
ésas que si se nos escapan nos dejarán fuera de juego.
Profundamente
cristiana como siempre, mi palabra ahora, una década después, quiere ser la
levantá que pone en marcha una chicotá nueva. Y, porque si permanecemos en la
sugerente encarnadura del Señor o en la Piedad de María Santísima bajo su rico
palio o en el terciopelo de nuestro antifaz o en la gallardía de nuestra
estampa costalera… y lo hacemos sin salir al mundo a convertirlo en el
itinerario de la procesión de nuestras vidas, difícilmente serviremos para
algo.
Cuanto
antes lo entendamos mucho mejor. Por eso aceptar por segunda vez la posibilidad
de exaltar desde esta Real Capilla del Calvario una Cuaresma que ha de ser
bastante más que olor a incienso y cera ardiendo en nuestros altares. Que desde
ellos, la celebración de la Eucaristía y el rezo a nuestros titulares en
triduos, quinarios o septenarios nos lleve pronto a hacernos presentes en un
mundo que necesita urgentemente el compromiso de gente como nosotros.
Al mundo yo pido venia
para salir con mi cruz.
Que el mundo no crea que tú
eres, o yo, quien convenia
cruzadas que pierdan calma.
Y ahora, que abrigo en el
alma
que el mundo
sea indulgente,
me abrazo a ese crucifijo,
lo propongo y no lo exijo
con mi llamada
insistente.
Quiero ser tu penitente
y nunca alguien sectario.
Quiero, Cristo del Calvario,
ser testimonio silente
de mi fe tan cofradiera.
Quiero que la torrentera
de signos que nos encantan
sea en el atrio expuesta
a los gentiles en esta
grandiosa Semana Santa.
Quedarás en la bonita
capilla que nos abriga!
Pero saldrás con quien siga
con papeleta en la cita!
Tú te quedas en la Cruz
sin que recibas la luz
que en mi verso también canto.
¡¡Pero guardas cual sagrario,
Santo Cristo del Calvario
la tarde del Viernes Santo!!
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