jueves, 10 de marzo de 2016

De la mano de San Juan


(De mi segunda Exaltación en el Calvario, 26/02/2016)
La cabida existente en la urna del Señor Yacente del Santo Entierro para las muertes que seguimos sufriendo en el mundo fruto de la iniquidad humana que se cebó con el Nazareno y que hoy sigue generando nuevos ‘cristos’ cotidianos…

La bandera de nuestra Cruz, signo verdadero de redención y no espoleta de reverdecidas cruzadas innecesarias, que ya me hizo abrazar con mi palabra al Cristo Santísimo del Calvario para referencia identitaria de nuestra fe cristiana…

La bucólica estampa decimonónica tan cuajada de valores tradicionales que las Marías, hoy ausentes pero a las plantas siempre de la Madre de Dios, dibujan puntada a puntada desde tan agradable inspiración costumbrista…

La propia Virgen de la Piedad en la que tan fácil resulta –por sugerente expresión artística, por sinonimía de su título advocatorio o simplemente por su naturaleza maternal en medio de nuestro credo-… tan fácil es encontrar la esencia del Año de la Misericordia…

Todo ello… todos ellos… asomaron ya en esta Exaltación del Calvario. Pero sigue faltando él. Que aparezca ahora quien con su mano sobre la espalda es mucho más que un modo de llenar los espacios junto a la Señora bajo su negro palio. Es San Juan, apiadado de la ‘soleá’ de María, pidiendo nos de la mano…

Y mi palabra se queda corta… mi verso apenas si puede… mis recursos se achican torpes… mis talentos se atolondran impotentes… Y espero que lo entendáis porque es más fácil hablar desde la inferioridad reconocida respecto a Cristo y su bendita Madre que de San Juan.

Vine aquí mirándome en ti, San Juan.
Vine a que me enseñaras el camino.
A que me acercaras, buen amigo,
a esas plantas tan llenas de Piedad.

Tu presencia, de plenísima verdad,
encarna nuestros cofrades sentidos.
Tras buscar en el mundo sus latidos
tened en capilla la heredad!

Decidme si no mereció la pena
la lectura en los signos de este tiempo…

Decidme si no existe más condena
que vivir encerrados en los templos…

Y si fue nuestra culpa o la ajena
procuremos salir siempre al encuentro!

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Vengo aquí diez años después y quiero
convertir mi palabra en seco esparto,
todo un signo de puntuales desencantos
que anhelan el más suave terciopelo.

Juan, que estuvo junta a Ella en el certero
holocausto redentor con tanto espanto,
pañuelos que nos sequen este llanto
ponga ya a nuestro alcance… Lo deseo!

Así antes de ponerme el capirote,
que saque ya mi verso en procesión,…

he cantado los dolores y azotes
formulados en mi nueva Exaltación…

desde la puesta en riesgo de valores
para los que he pedido reflexión!

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Juan, sé ahora quien nos subas junto a Ella
y sentir como tú su desvarío.
Que la gloria y la pena son dos ríos
que confluyen allá donde las mareas…

reciben toda agua haciendo bellas
emoción festiva, escalofríos…
Resuenan desde fuera griteríos,
y mensajes que como en las botellas…

necesitan tener destinatarios
a quien llevar nuestro sino día a día!

Llegan ya fechas en el calendario
para que nuestras oraciones pías…

recorran feliz itinerario
en las filas de nuestras cofradías!!

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