(De mi segunda Exaltación en el Calvario, 26/02/2016)
La cabida
existente en la urna del Señor Yacente del Santo Entierro para las muertes que
seguimos sufriendo en el mundo fruto de la iniquidad humana que se cebó con el
Nazareno y que hoy sigue generando nuevos ‘cristos’ cotidianos…
La
bandera de nuestra Cruz, signo verdadero de redención y no espoleta de
reverdecidas cruzadas innecesarias, que ya me hizo abrazar con mi palabra al
Cristo Santísimo del Calvario para referencia identitaria de nuestra fe
cristiana…
La
bucólica estampa decimonónica tan cuajada de valores tradicionales que las
Marías, hoy ausentes pero a las plantas siempre de la Madre de Dios, dibujan
puntada a puntada desde tan agradable inspiración costumbrista…
La
propia Virgen de la Piedad en la que tan fácil resulta –por sugerente expresión
artística, por sinonimía de su título advocatorio o simplemente por su
naturaleza maternal en medio de nuestro credo-… tan fácil es encontrar la
esencia del Año de la Misericordia…
Todo
ello… todos ellos… asomaron ya en esta Exaltación del Calvario. Pero sigue
faltando él. Que aparezca ahora quien con su mano sobre la espalda es mucho más
que un modo de llenar los espacios junto a la Señora bajo su negro palio. Es
San Juan, apiadado de la ‘soleá’ de María, pidiendo nos de la mano…
Y
mi palabra se queda corta… mi verso apenas si puede… mis recursos se achican
torpes… mis talentos se atolondran impotentes… Y espero que lo entendáis porque
es más fácil hablar desde la inferioridad reconocida respecto a Cristo y su
bendita Madre que de San Juan.
Vine aquí mirándome en ti,
San Juan.
Vine a que me enseñaras
el camino.
A que me acercaras, buen
amigo,
a esas plantas tan llenas
de Piedad.
Tu presencia, de
plenísima verdad,
encarna nuestros cofrades
sentidos.
Tras buscar en el mundo
sus latidos
tened en capilla la
heredad!
Decidme si no mereció la
pena
la lectura en los signos
de este tiempo…
Decidme si no existe más
condena
que vivir encerrados en
los templos…
Y si fue nuestra culpa o
la ajena
procuremos salir siempre
al encuentro!
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Vengo aquí diez años
después y quiero
convertir mi palabra en
seco esparto,
todo un signo de
puntuales desencantos
que anhelan el más suave
terciopelo.
Juan, que estuvo junta a
Ella en el certero
holocausto redentor con
tanto espanto,
pañuelos que nos sequen
este llanto
ponga ya a nuestro
alcance… Lo deseo!
Así antes de ponerme el
capirote,
que saque ya mi verso en
procesión,…
he cantado los dolores y
azotes
formulados en mi nueva
Exaltación…
desde la puesta en riesgo
de valores
para los que he pedido
reflexión!
-----
Juan, sé ahora quien nos
subas junto a Ella
y sentir como tú su
desvarío.
Que la gloria y la pena
son dos ríos
que confluyen allá donde
las mareas…
reciben toda agua
haciendo bellas
emoción festiva,
escalofríos…
Resuenan desde fuera
griteríos,
y mensajes que como en
las botellas…
necesitan tener
destinatarios
a quien llevar nuestro
sino día a día!
Llegan ya fechas en el
calendario
para que nuestras
oraciones pías…
recorran feliz itinerario
en las filas de nuestras
cofradías!!
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