viernes, 7 de septiembre de 2018

Mos

Tienen un festival intercéltico que finalizó hace una semana, una raza de gallina autóctona de plumaje color caoba en los machos y hembras poniendo huevos XXL, contenedores de basuras camuflados en el Camino por empeño municipal, un dolmen en Meixoeiro, una ciudad deportiva en ciernes que el Celta de Vigo ha presentado este verano y el famoso Pazo, emporio cultural de primera magnitud que impone cuando, mochila a la espalda, lo descubrimos bien de mañana.

Mos es un lugar incomparable. No faltan personas que consideran que la etapa ha de terminar aquí y no en O Porriño. Al fin y al cabo sólo está seis kilómetros más allá. Y es cierto que cuando uno escucha estas argumentaciones propende a creer que son cosas de quienes pugnan por copar unas estancias que van rentando al albur de un imparable chorreo de peregrinos. Pero lo cierto es que, sin entrar en dónde ha de pernoctar el caminante, éste sitio merece la pena.

Pero tocó noche porriñesa y el encuentro con Mos no fue hasta poco después del desayuno, cuando la pétrea fábrica del Pazo nos detiene imponiendo gesto de admiración. A la izquierda, la casa de los marqueses, hoy en manos de una fundación creada hace doce años por la asociación de vecinos Santa Baia de Mos y la comunidad de montes vecinales comunitarios 'Salgueirón' acogiendo además la sede del Círculo Cultural y Deportivo Santa Eulalia.

La santa es honrada justo a la derecha de nuestro sentido de la marcha, frente al Pazo, en una iglesia sugerente. Y no muy lejos San Salvador y San Gregorio y Santiaguiño y Santa María y Santa Marta y San Mamede y San Xoan y Santa Mariña... El rincón es tranquilo y el solaz para nuestro detenimiento no requiere de mayor contenido que lo que tenemos por delante así como el ambientillo que genera el albergue presente en el lugar. Pero no previmos parada y fonda.

Leo en un ejemplar del Faro de Vigo de hace un año que las curvas de la A-55 extienden su leyenda negra haciendo de esta autovía, a su paso por Mos, el vial de España con más accidentes de tráfico de toda España. Dios santo, y qué tiene que ver eso con la apacibilidad que nos estaba ofreciendo este rincón? Ya dejé escrito hace un par de años los efectos del sorprendente encuentro con el tráfico recién bajado el Monte do Gozo y tras trece días apartados del mundo.

Pero prefiero esas otras leyendas que llenan el imaginario colectivo de los pobladores de estas tierras de las Rías Baixas. Creencias, miedos, misterios y sentimientos que un día trufaron el día a día de viejos relatos y supuestos testimonios que desde la Galicia rural hablaban, por ejemplo, de las nocturnas procesiones de la Santa Compaña, el baño de las 9 olas en la Playa de la Lanzada o las que dimanan de los ataques de piratas turcos, tunecinos o ingleses a la Ría de Vigo. 

Y más aún las leyendas que tienen que ver con lo jacobeo, como la boda en Bouzas que, coincidiendo con el momento de la llegada del cuerpo del Apóstol en barca, provocó que el caballo del novio se adentrara en el mar al encuentro con Santiago en un inusitado alarde de fervor. Ambos, animal y jinete, reaparecieron vivos de modo milagroso para alivio de novia e invitados aunque, eso sí, recubiertos de conchas. Cosas de la Galicia profunda.

Una parada como ésta en la sugerente Mos alienta mucho más que a la recuperación del resuello, bastante intacto aún por otra parte a estas alturas de la segunda etapa de nuestro Camino Portugués. Las estampas generadas, se mire hacia donde se mire, son invitaciones fecundas al pensamiento, a la imaginación, a la recreación de situaciones imposibles salvo que uno se encuentre aquí, ante el Cruceiro os Cabaleiros por ejemplo.

Aún falta para alcanzar la cuna de Rosalía de Castro, Padrón, pero ya toca parafrasearla cuando su poesía enarbolaba un deseo para estos parajes gallegos que uno no concibe no causen la misma admiración que a nosotros: "Vos, pois, os que naceches na orela doutros mares, / que vos quentás á llama de vivos lumiares, / e só vivir vos compre baixo un ardente sol, / calá, se n'entendedes encantos destos lares, / cal, nentendendo os vosos, tamén calamos nos".


Pazo de Mos

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