Zurriagazo de Pellé. Imparable para De Gea. Apenas me redime el abrazo amigable de azules y blancos al final del partido, que suele ser mecanismo que alivia cuando además has visto que el adversario ha sido mejor. El de Casillas y Bufón me arranca una sonrisa. Pero tengo que reconocer que antes que pitara el final el turco Cakir ya he formulado el exorcismo que suele borrar de las prioridades ese partido en el que depositas tus expectativas de la tarde de junio.
Una preocupación menos. Sí señor. Que España se venga hoy mismo para casa y que algunos tengan en este encuentro contra Italia su adiós definitivo a la selección. Tal vez sea momento, incluso, de que acabe la bonhomía de Del Bosque y, viendo la raza, el nervio y las exigencias que desde la banda ha transmitido a los suyos el seleccionador italiano, volver a tener a alguien que encarne un poco de aquella furia perdida. Que todo no va a ser tiquitaca.
Menos mal que aquí no valen los subterfugios. Aquí no habrá segundo que sumando su valía a las del tercero pueda quitarle la victoria a los azurri. Esto es fútbol y si se pierde se acepta. Sin inventarse nada tan raro que cuando además falla lo deja a uno con el culete al aire como a un tal Pedro Sánchez, al que le gusta más el baloncesto que el fútbol por cierto. De esto otro ya veremos cuanto nos queda que vivir en estas próximas semanas. Ya lo veremos.
Mi partido ahora, ése que me satisfaga el apetito de adivinar estrategias, enojarme con las entradas a mala leche o saltar de júbilo si el gol es legítimo, se juega en otro terreno. A ver ahora qué ocurre tras los sorpassos frustrados y las empeños baldíos. Sólo espero que nadie fuerce una prórroga que no va a traer mejor juego que el ya ofrecido. Los goles ya están marcados. Las urnas custodiaron la posición de los ciudadanos. El partido ya tiene ganador.
No hay comentarios:
Publicar un comentario