Hola. Soy yo. Te acuerdas de mí? Un puñado de cenizas fue lo último que te dejé. O sea que no escribo nada en éste mi blog desde hace los cuarenta días de la Cuaresma y la correspondiente Semana Santa que acabamos de dejar atrás. Que dónde he estado metido? Pues allá donde perderme la llegada de la primavera, las fragancias de las cofradías preparándose para su momento estelar, el florecimiento de los naranjos que ya sembraron el suelo de su azahar y la frescura de un tiempo para gozar más y mejor de las cosas de lo que yo realmente lo hago.
Por eso no es oportunismo hablar de verdadera resurrección propia cuando alcanzo cada año una fecha como ésta. Pero se trata de levantar cabeza por enésima vez. Y son tantas las veces en las que creer que ya sería para no parar de regalarte mis pensamientos casi a diario... que saber que volveré a sumirme en adelante alguna vez más en el silencio en el que me aplasta la puñetera cotidianidad me decepciona ya, pese a que ahora lo que toca es celebrar que vuelvo a escribirte, que vuelvo a compartir contigo lo que mi alma alumbra.
Espero subirme a frescuras nuevas que me permitan el ánimo necesario en este empeño, brisas suaves pero continuadas que impulsen mis dedos sobre el teclado al ritmo de unos pensamientos que ésos sí que no han parado de brotar. Tantas cosas que contarte tengo como tiempo me falta para escribirlo en esta bitácora que tanto tiene, a veces, de trinchera necesaria. Que no siempre puede uno seguir en pie en el campo de batalla sin que lo acribillen. Por ello el blog es bálsamo con el que me encanta toparme. Por enésima vez. Y dure lo que dure. Ten paciencia.
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