miércoles, 23 de abril de 2014

Cincuenta

No es una tragedia. Pero lo pareciera. Qué hago yo con esta añeja conquista si mantengo aún la percepción de ser aquel tímido pero juvenil chaval que un día decidió vivir la vida desde la responsabilidad y la prudencia? Pues no. Hete aquí que hay medio siglo sobre mis espaldas recordándome que necesito ir pensando en un nuevo dígito marcando posiciones en el terreno de una madurez que es menester abrazar porque, al fin y al cabo, hubiese sido peor no haber llegado a esta edad que hoy cumplo.

A lo largo de 2014 están cumpliendo también la cincuentena algunos famosetes como los actores Russell Crowe, Nicolas Cage, Sandra Bullock, Keanu Reeves, Mónica Belluci, Matt Dillon, Melissa Gilbert y Rob Lowe, la modelo Elle Macpherson, los roqueros Lenny Kravitz y Courtney Love, Michelle Obama, el ciclista MIguel Induráin... No sé si seguir porque los veo a todos tan bien que me desanimo una barbaridad. Son mi generación y, aunque yo me dedico a cosas que quizá desgastan más, no puedo evitar la comparación.

Bienvenidos sean, pues, los años. Y gracias a los que se van a animando a felicitarme. Creo que lo mejor de llegar a estas edades es que, a poco que uno se deje llevar por el pragmatismo alcanzado tras los sinsabores de la vida, gana (espero que para siempre ya) una mutación de la piel que, convertida en impermeable eficaz, permite que comiencen a resbalar por ella todas aquellas cosas que no merecen más que ser ignoradas. Por otra parte encuentro que el 50, en la Biblia, es el número de la salvación. Pues a ver si empieza a actuar en mí.

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