sábado, 4 de enero de 2014

Cuando los brotes verdes son fruta del tiempo

Al aguardo de los Reyes Magos venga un dato, tras ése que dice que Jerez ha bajado en diciembre su desempleo en 729 personas, a convertirse en regalo de ilusionantes efectos: Urbanismo incrementa en un 37,42% el número de licencias de apertura de negocios. La ciudad fue una de las primeras en su día en la eliminación de las previas que eran necesarias en una maquinaria burocrática que, al menos en los comercios de hasta 300 metros cuadrados, deja de ser losa y contribuye al impulso al que asistimos de este recurrente emprendimiento.

Otra cosa es que podamos entender que existen necesidades sobrevenidas que echan a las fauces de los consecuentes riesgos a ciertos afectados de esa obligación de estreno que impide vivir por cuenta ajena a quienes quizá jamás se hubieran planteado otra situación. Sea como el niño al que empujamos a la piscina para sacarlo de su actitud dubitativa. Sabemos que aprenderá a nadar sí o sí. Y lo cierto es que cada vez que hay un ERE o, menos traumático, una baja voluntaria con resultado de más o menos suculenta indemnización llega un nuevo empujón.

Las ayudas de la administración siempre son bienvenidas y las facilidades que se necesitan, demostrado queda, requieren de menos esfuerzos de la gestión pública de lo que a veces se cree. Por eso miro los datos que hoy facilita el Ayuntamiento jerezano con satisfacción. El que no encuentro es el del número de fruterías que hay entre tanto nuevo negocio. No me dirás que no te has dado cuenta de la proliferación tanto por el centro como por los barrios de esas pequeñas tiendas que, al viejo uso, sacan a las aceras las cajas de naranjas, melones o patatas.

Llevo tiempo pensando en el asunto y lo único que parece cierto es que achicar los márgenes en aras de una mayor competencia con otras superficies comerciales se da la mano con la ampliación de los horarios de atención al cliente a fin de poder completar finalmente unos ingresos que, en cualquier caso, no alcanzarán nunca más allá del sostén de una familia en la que, para más inri, lo más probable es que tenga que dedicarse en cuerpo y alma a ello. Mucha fruta tenemos que comer los demás, sin embargo, para que ellos lleven los garbanzos a casa.

Carlos Vives – Fruta Fresca

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