sábado, 10 de mayo de 2014

Menudo rebujito nos espera


Estar de acuerdo con cuantos vienen alentando el voto por la vía de explicar, con gran fundamento desde luego, que es en Europa donde se cuecen, o no, las respuestas a nuestros problemas fundamentales no obsta para concluir que, pese a ello, tengo una importante pereza ante los comicios cuya campaña tenemos recién comenzada llevándonos de modo directo hacia el próximo 25 de mayo.

Quizá aclare el asunto de modo muy gráfico, para no entrar en el análisis de los despropósitos que la actividad política genera, si afirmo rotundamente que entre el cartel que muestra al barbado Arias Cañete (de azul pitufo) o el de la Valenciano (sospechosamente rejuvenecida en el suyo) y el de los catavinos que anuncia la Feria a punto de comenzar lo tengo más claro que un rebujito escasito de vino.

Lo peor de todo va a ser que, como la refrescante bebida, el González Hontoria se va a convertir desde mañana domingo en la jarra que acoja tanto la sustancia de una fiesta que nos estaba haciendo falta disfrutar en toda su dimensión (día perdido recuperado y fuegos artificiales de nuevo sobrevolando nuestro cielo nocturno) como el añadido que desvirtúe el sabor de nuestros vinos.

Política bajo los farolillos nos aguarda. Al menos a los que tenemos la triste encomienda profesional de tragarnos, en primer sorbo (que luego tocará a nuestros sufridos lectores y oyentes), sonrisas y promesas, efusiones y críticas al otro, brindis por el halagüeño resultado que desean o para conjurar lo que realmente temen, que unos y otros van a estrellarse contra la desidia ciudadana.

Viva la Feria del Caballo, mientras tanto. A disfrutar todos, que nos lo merecemos. Y que nadie la manosee demasiado con las manos calientes por el ardor de la recolecta política. Y si tiene que sonar el nombre del viejo continente cuyo parlamento se renueva en dos semanas que lo sea de la mano de esa capitalidad europea del vino que ostentamos más chulos que un ocho.

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