Foto de Eva Lindberg |
La oferta de cuadros, libros, alimentación, bisutería, ropa y hasta baños árabes escoltaba, a la caída de la noche, el paso de un pasacalles poco pretencioso en el que los personajes de Barrio Sésamo bailaban al ritmo de la música del reproductor sobre ruedas que les seguía. No era mucho pero los niños lo agradecían y los ocupantes de las terrazas de los bares también. Aunque la propuesta era de tarde-noche, lo cierto es que el día tenía el aliado del sol primaveral de la jornada.
Por ello, la propuesta gastronómica apuntaba mejores maneras al amparo de las condiciones climatológicas del sábado. La I Ruta de la Tapa con Cuchara, por ejemplo, se convirtió en una propuesta lo suficientemente sugerente como para que no faltaran adeptos. Tampoco 'De rechupete', feria de productos artesanos que ofrecía vistas apetecibles en el Alcázar, dejó de contar con curiosos dispuestos a saber de sus sabores.
El propio castillo almohade era un fortín de la diversión para amantes de la fotografía, para los críos que disfrutaron del castillo hinchable y hasta para quienes optaron por la ruta turístico-cultural que culminaba en la Alameda Vieja. El movimiento de los coches de caballos y el trenecito nocturno que se ofertaba o el mismo ambiente de los paseantes generaba la sensación de interés para una cita que abrió, además, el Zoco de Artesanos.
La Banda Municipal puso banda sonora a una tarde que, con su concierto ofrecido en la plaza de la Asunción, dispuso de más música que la del propio flamenco del Festival de Jerez, cuyos contenidos de su recién iniciada nueva edición fueron aprovechados para enriquecer aún más el programa previsto por Cultura y Fiestas.
(La Voz, 26-Febrero-2012)
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