martes, 12 de julio de 2022

El ejemplo de Gabriel


"Pepa me ha dicho que cumples lo que se te encarga con mucha puntualidad, y sobre todo con gran reserva; que eres formal a toda prueba; me ha dicho también que tienes imaginación, y que podrías ser en otra esfera un hombre de provecho". Así es Gabriel de Araceli, o así lo cree Amaranta.

Esta noble decimonónica apela a referencias recibidas para tomarlo a su servicio. Mi tocayo es el protagonista de los primeros 'Episodios Nacionales'. Extensa relectura estival es la que me propongo de la mano de Pérez Galdos. Voy por 'La corte de Carlos IV'. Feliz reencuentro en cualquier caso.

El concepto "hombre de provecho" parece en desuso. Y lo cierto, a mis ojos al menos, es que no creo que haya sido bien sustituido aún en este siglo XXI. Hacer algo por sí mismo y la sociedad (que ello es ese provecho que habrá a quien le suene a rancio) no parece hoy algo que merezca la pena.

El consumo inmediato es lo que manda. Y ser "de provecho" parece brindis al sol, apuesta de futuro, atavismo que solo alimentara una cierta infelicidad por la vía de la autoexigencia. Y es ahí donde nacen las incomprensiones para aquellos que ahora hablen de meritocracias o excelencias.

Llama la atención Gabrielillo. Disculpen las confianzas, pero lo hemos conocido en la novela anterior apenas púber en plenos prolegómenos de Trafalgar. Es un chico de su tiempo. Con ganas de agradar. De parecer alguien que merece la pena. Creciendo desde abajo y con miras altas.

Decimonónico chaval que, hijo de un pescador de Cádiz, supo encontrar enseñanzas como ayuda de un militar de la afamada batalla y ahora se busca la vida en aquel Madrid tan peculiar de las vísperas de vérselas con los gabachos. Poco tiene que ver con nuestros chicos y chicas actuales.

Pero yo que soy amigo del "ni tanto ni tan calvo" creo (y conste que lo reflexiono con el relajo mental con el que se lee en vacaciones) que algo podríamos recuperar para una sociedad con sus propios valores que, para según qué cosas, luce una importante amnesia. 

¿Que me estoy haciendo viejo? Es posible. Pero de lo que estoy seguro es de que nos falta leer. Muchas de las trazas para el futuro más deseable las encontramos en esas estampas que ahora leo en mi ebook. En qué o en quién estoy pensando mientras reflexiono es lo de menos. Créeme.

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