Los miliarios siguen señalando hitos en numerosos sitios de la actual provincia de Pontevedra cuando, como nos hemos propuesto en agosto de 2018, abordamos el denominado Camino Portugués. Y hay quien pregunta como llamarlo así cuando se inicia en Tuy, la española vecina de los lusos. Pero, como a quienes comenzamos hace dos años en León no se nos demanda porqué llamar francés a aquél otro no nacido más allá de los Pirineos, en esta ocasión tampoco atenderemos a menudencias.
El Camino jacobeo que llega desde Lisboa, la Lissipona que refiere el Itinerario Antonino, es la calzada XVI que, tras pasar por Oporto, el otro gran referente de inicio de la ruta portuguesa, se une a la mencionada desde Braga en una población ya bastante próxima a la frontera: Ponte de Lima. De allí a Padrón, penúltima pernocta antes de descubrir ya sin andamios y generando dulces sueños con el Pórtico de la Gloria, la calzada XIX nos llevará antes de derivar hacia el este, por Lugo hasta Astorga, y dejarnos en puertas de Santiago.
Todo ello encuadre este nuevo Camino de Carmen y mío a la búsqueda del factor portugués que le da nombre. Empezar a 800 kilómetros de casa insta al largo desplazamiento de toda una jornada al volante para requerir luego el descanso que requiere semejante sobreesfuerzo tan alejado, por cuanto añade en términos de estrés, al otro pedestre que nos aguarda con sus 118 kilómetros en seis etapas. Por ello el par de días en Tuy, veterana vigía asomada al Miño, será antesala que invite a cruzar un río que es más puente que frontera.
Se llama Valença y tiene sus mayores atractivos en una fortaleza que señala las históricas desavenencias territoriales ante las que también en la otra orilla quedan huellas: la catedral acastillada, por ejemplo. Acudimos a la ribera lusa para saber más de esa vecindad, otrora vigilante y defensiva y hoy en día materializada por el Puente Internacional con dos pies señalando fraternidades entre ambas banderas y un trenecito divertido haciendo viajes de uno a otro lado sin que se pierda el continuum urbano que las une.
Con baluartes mejor o peor conservados según el flanco que se observe, la fortaleza valenciana parece defender hoy en día el turismo para el que las sinergias con los tudenses tan importantes resultan. Ellos, como ha sido común desde décadas en las poblaciones lusas fronterizas, siguen seduciendo a los españoles con sus mantelerías y tejidos en general. Pero en agosto parece hacerlo de mejor modo la hostelería. Y 'El limoeiro', en el que nos detenemos para apreciar su arroz marinero, es un ejemplo.
Regresamos a Tuy con mochila cuajada de signos portugueses para justificar con su nombre este Camino que cruzará desde el sur las provincias de Pontevedra y La Coruña. Pero no nos equivoquemos, no bastan un par de estereotipos usados con demagoga intención etiquetadora. Nuestra admiración por lo luso ya tuvo detenimientos enriquecedores desde un año antes en Oporto, Braga, Guimaraes, Aveiro, Fátima, Lisboa, Sintra... Lo portugués es, hoy en día, emblema de la modernidad y osadía que un día echó al Atlántico a sus navegantes.
A la vuelta para pasar la noche previa al inicio de nuestra segunda ruta jacobea, desde el mirador del parque junto a la iglesia de Santo Domingo observamos el Miño y sus dos riberas, el río y sus distintas orillas, esa corriente fluvial que nos cautivó dos años antes en Portomarín y sus gentes tan similares en el fondo en uno y otro lado. Empapados de aquella Lusitania romana que vierte tantas cosas en el tramo gallego de la calzada XIX, dormirtamos en el albergue Tuihostel con recrecida motivación peregrina.
Éste es distinto al que generó la publicación de 'Peregrino Parkinson'. Quizá más nuestro, desde luego más personal, será lugar de encuentro de pareja para éstos que se prepararán, mientras cruzan Tuy, Orbenlle, Porriño, Mos, Redondela, Arcade, Ponte Sampaio, Pontevedra, San Amaro, Caldás de Reis, Pontecesures, Padrón o Iria Flavia, para el camino de la vida que deparará este próximo otoño el cumplimiento del compromiso que entonces alumbró la experiencia jacobea. Regresamos al Camino. Ultreia et suseia!
Puente Internacional, sobre el río Miño |
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