domingo, 26 de agosto de 2018

Desde una catedral sin misas

La estampa era elocuentemente peregrina. Quiero pensar que Tuy está acostumbrada a eso. Dos personas rezan con acento andaluz, mochilas a sus espaldas, a la amanecida del día elegido. "Dios todopoderoso, que otorgas tu misericordia a los que esperan en ti y en ningún lugar estás lejos de los que te buscan, asiste a estos servidores que caminamos por tu amor hacia Santiago y dirige nuestro camino según tu voluntad..." musitaban sin ánimo exteriorizador.

Bajo su portada principal, la más antigua presencia gótica en la península, y aún admirados por las románicas portada norte y transepto o el claustro también gótico, los caminantes se encomendaban: "... que de día nos cubra tu sombra protectora y de noche nos alumbre la luz de tu gracia para que, acompañados por ti, podamos llegar al lugar de nuestro destino con más luz, más paz, más salud, más esperanza y más ciertos de tu proyecto para nuestras vidas".

Las estampitas con la imagen del Apóstol del convento mercedario de Sarria, raídas de tanto tenerlas en cuenta en el camino de hace dos años y conservadas con ilusión memorial y mimo archivístico a partes iguales, asumieron el papel que esta vez no pudo tener una misa de peregrinos que acogiera el envío que en 2016 protagonizó, en favor de esta pareja jerezana, aquel sacerdote que los bendecía en la sacristía de la colegiata leonesa de San Isidoro.

No damos crédito al anuncio que, interesados el día anterior, realizaban en la recepción de visitantes de la Catedral tudense respecto a la ausencia de misa alguna, en aquel momento estival al menos, en templo tan principal. En el primer camino nos costó asumir que tanta iglesita románica como nos salía al paso fueran mostrándonos sus puertas cerradas a la oración y el refugio espiritual del peregrino. Ahora la sorpresa crece en plena sede episcopal.

Pero la espiritualidad envuelve la partida. A la oración sincera seguirían primeros pasos monacales en un casco histórico con reconocimiento BIC para su conjunto. Las clarisas del convento contiguo, que hacen unos riquísimos pececitos y almendrados que asoman primorosos por el torno tras un celestial Ave María Purísima, dan su nombre popular al Túnel de las Encerradas, en el bajo de su sede, para paso feliz de peregrinos y cotidianos de los lugareños.

'Ribereando' algo de Miño, la salida desde Tuy es, a la fresca y antes de ascender el curso del Louro, oportunidad que pintan calva para elevar la mirada al cielo gallego y dar gracias a Dios por esta nueva experiencia. Paso a paso, y con la salida desde León de hace dos años en la memoria, nuestros cruces de miradas no se parecían a aquellos que entonces evidenciaron tanta incertidumbre ante un esfuerzo indudable y un desamparo probable.

No era el caso y el disfrute llegó pronto, en 'O chiringuito'. Se trata de una parada obligada en Ribadelouro. Kilómetros antes, junto a la ermita de la Virxe do Camiño, nos entregaron la publicidad de otro lugar de atención al peregrino sólo unos metros más adelante pero no hicimos caso al eslogan barajado, quizá por uso de una argumentación respecto a la competencia que resultó contraproducente: "No siempre las primeras opciones son las mejores".

Un jardín con aire despreocupado es descanso tempranero para tomar un zumo y escuchar a la anfitriona: una señora con la capacidad de dar tantas recomendaciones en apenas un minuto que terminas haciéndole caso en algo. A las pruebas nos remitimos: parada ante el mural que el artista Xai Óscar dedica tres kilómetros más adelante a los peregrinos del Camino Portugués y la opción en As Gandaras por el bosque que evita el tedioso cruce del polígono industrial.

Así, desde aquella catedral sin misas, el itinerario cruza paisajes gratos y paisanajes que nos detienen sin que por aquello, por la falta de la Eucaristía que pretendimos, nos falte sin embargo la compañía del hacedor de tanta belleza gallega como disfrutamos, Dios mismo como compañero de esta nuestra nueva ruta jacobea bendecida por su gracia, complacida con el brillo de la felicidad que se nos permite y alimenta en este momento de nuestra vida.

Portada gótica de la Catedral de Tuy



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