La parada del 'vacacioneo' anual es una oportunidad única para reparar en cosas claves para entenderse a uno mismo pero inadvertidas cuando la vorágine azota inmisericorde y sólo da para actuar, y tantas veces sin siquiera poder pensar. Es así como el segundo día de mi descanso estival me ha permitido atreverme a mirar hacia atrás para analizar lo que dejo sobre la mesa de la redacción.
Me voy sin saber en qué quedarán las latentes amenazas de moción de censura que ya se atreve a mencionar Izquierda Unida en el marco de la tibia revisión de la investidura de la alcaldesa socialista jerezana. Aunque prometen esperar a ver si en octubre municipalizan la ayuda a domicilio. Creo que ya rezan (uy, perdón... se me ha escapado) para no verse obligados a cumplir la amenaza.
Me voy sin saber en qué quedarán las denuncias cruzadas entre PSOE y PP con la concesión y supuestos beneficios heterodoxos (por llamarlos de algún modo) de Piscinas Jerez de fondo. Me voy sin saber si tendremos presupuestos alguna vez para este año, el siguiente o cualesquiera que nos echemos a la cara a la hora y en la hora de colgar la concha en la mochila peregrina.
Item más, me voy sin saber si mi Jaime retransmitirá el Carranza para abrir su nueva etapa profesional. O si seremos capaces alguna vez de tener encendidos a la vez los micros y el ruidoso aire acondicionado de la sala de prensa del Ayuntamiento. Me voy sin conocer al peluquero de Paco Camas ni quien será el próximo que se atreva a cantar en un conocido programa de la competencia.
Tampoco sé si Carlos Herrera ha dejado en ese camino que yo afrontaré este semana huella alguna que enmarcar en su inconfundible estilo en antena. Pero sólo me importarán las mías, las nuestras. Así, las que haya dejado yo en el curso informativo que dejo atrás son, quizá, las que ahora busco en la rendija entreabierta. El caso es que lo primero que he visto es todo lo demás.
No hay comentarios:
Publicar un comentario