sábado, 7 de noviembre de 2015

Rebelado contra el corrector de WhatsApp

Conversación de besugos, verdad? Pero la culpa es nuestra. Hemos dado galones a un mecanismo perverso. Y el resultado es un empeño tecnológico por enmendarnos la plana que a mí personalmente me toca las narices. Con todo habrá que reconocer que es cierto que nos lo merecemos. 

Me permito colectivizar la explicación, porque clama al cielo comprobar cómo escribimos a nivel general. Cuando no hacemos lo que debemos por nosotros mismos siempre llegará alguien, o algo, a quien habremos dado el indeseado placet para que haga con nuestro lenguaje lo que quiera.

La incorrección de nuestro lenguaje escrito en redes sociales en este tipo de comunicaciones rápidas es tal que hemos permitido que se nos impongan correcciones a las que, encima, hay que aguantarle sus propios errores. A inventar ahora el corrector del corrector de este infernal artilugio.

Nuestra lasitud ortográfica, gramatical, sintáctica y linguística en general ha producido, por la vía de ejemplos como el de la captura de pantalla que ilustra mis líneas, las más sonoras broncas. Alguna persona de mi entorno ha llegado a decirme aquello de "no volvemos a hablar por WhatsApp!"

Y ahora llega la Real Academia Española de la Lengua y valida palabros como 'almóndiga', 'toballa' y 'asín'. Y cómo olvidar aquel intento del acento en el 'solo' y la imposible diferenciación a partir de ahí del sinónimo de 'solamente' respecto al 'solo' adjetivo. Ten académicos en la RAE para ello.

Y yo me acuerdo de los hermanos Juan José, Eladio o Teodoro, de don Juan de Dios, don Pedro y quienes en aquel San José de los años setenta tanto pusieron de su parte para que aprendiéramos lo que ahora comienza a derrumbarse. En fín, lo llaman evolución de la lengua. Yo lo llamo otra cosa. Y tú?

No hay comentarios:

Publicar un comentario