Robert Kearns ideó el limpiaparabrisas 'de ojo parpadeante', como lo llamaba cuando a principios de los años sesenta su invención de ingeniero con vista en el Detroit del desarrollismo de la automoción norteamericana fue apropiada indebidamente por la Ford. Arruinado por aquella vileza ante la que ni la patente ayudó mucho, su lucha contra el gigante de la fabricación de turismos le hizo crecerse hasta ganar la batalla judicial que culminó percibiendo la indemnización que le correspondía en suerte. Pero la familia quedó tocada por la obsesión de aquel luchador que se olvidó de vivir mientras tanto.
Disfruté mucho anoche la película que cuenta los detalles ('Destellos de genio', 2008). Una aventura real de crecimiento personal y lucha denodada sin apariencia de celofán navideño que lo envuelva me estaba haciendo falta entre la filmografía televisiva de estas fechas. Una historia de verdad con final no tan completamente feliz como parece para que, de este modo, fuera más creíble tanto el drama como que la mejor de las soluciones no devuelve casi nunca todo lo puesto en el asador. Y, con todo, la lucha es lo que queda para ésta y tantas otras situaciones que nos aguardaron hasta el día de hoy y lo harán también durante 2015.
El año nuevo no es el que debe traernos la felicidad. Aunque yo os la desee fervientemente. Esta nueva etapa nos acarreará novedosas oportunidades para medirnos. Ello es lo que nos espera. Y los retos que estrenaremos vendrán camuflados de problemas que, si nos hunden, terminarán haciéndonos afirmar de nuevo dentro de un año que se nos va otro annus horribilis. Claro que siempre estarás a tiempo de que tu actitud sea como la de Kearns y, pese al coste que te genere, apuestes por dar pasos en tu vida para que nada te tumbe. Entonces serás tú el padre de la felicidad que ahora pides al año nuevo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario