El caso es que 'me río yo de Janeiro' cuando, en base a nuevos propósitos entre la riqueza espiritual ganada y la seguridad de un entorno familiar de verdad, llega la hora de que la metabolización del daño está ya a full. Como la metamorfosis de Kafka, pero al revés.
Es así como, a la llegada de las borrascas otoñales, los desiertos estivales pasados quedaron para alimentar ahora la sonrisa más puñetera. No en balde el equilibrio emocional lleva tiempo garantizando la construcción de la mejor etapa de mi vida: la que ahora llega.
De Tere, mi compañera de este camino nuevo, he aprendido cómo es posible hacer del daño la plataforma del mayor crecimiento posible. Y, una vez experimentado personalmente, llego a la conclusión de que el Señor quiere que pasen ciertas cosas en tu vida mal que te pesen.
"Y una vez que por el torrente sanguíneo ya circula la propia bioquímica del terror, la angustia, la ira, la decepción, la tristeza o el abandono, necesitamos un tiempo para poder regularlos y recuperar la normalidad", leo a un experto de la cosa psicológica. Pues hecho.
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