lunes, 16 de marzo de 2020

Es todo tan extraño...

Confinado la vida es más difícil. Una lata sin duda. Prefiero pensarme detenido del ritmo frenético que me acompaña habitualmente. Y es en ese detenimiento, que quiero considerar con carácter benéfico, en el que hallo la botella medio llena que me gusta contemplar en toda contrariedad.

Así, veo que nos cuesta la "disciplina social" a la que somos llamados. Y también lo fácil que es dar "consejos que para mí no tengo" con cuarentenas quebradas y reproches varios. La alerta decretada necesita de policías avisando en las calles y la gente de esos héroes de la salud a los que aplaude.

Es todo tan extraño. Lo es verse inmerso en algo así cuando nos creíamos factótums de la Creación y, por tanto, necesitados de la Historia para evocar episodios pandémicos con los que sentir debilidad. Será porque África, pasto permanente de ébola y otros lejanos males, no es de este mundo.

Tan extraño que los cofrades no estamos llorando habernos quedado sin procesiones. Quién lo hubiera imaginado. Y me resisto a pensar en una subrepticia sobremaduración alcanzada espontáneamente al albur de males mayores. O no era buena la lluvia que nos ha impedido las estaciones otras veces?

Corre por ahí el video, uno de tantos, de un profeta moderno, sobre patinete y disfrazado de qué sé yo, que exorta a la conversión. Eso ha sido siempre misión de la Cuaresma, pero ésta pareciera disuelta como un azucarillo ahora que las salidas de Semana Santa han sido suprimidas en nuestra tierra.

"Vamos a ser extinguidos!", escucho. Y me da que tras este inesperado punto de inflexión que el coronavirus nos impone hay modos de ser y estar en este mundo que van a morir para siempre. Es todo tan extraño como lo va a ser la acumulación de celebraciones festivas en verano y otoño.

Espero que haya cosas que celebrar para entonces porque, si superamos bien el escollo de la salud pública, no va a pasar lo mismo con el económico. Y, a resultas de ello, vuelta a caer en el abismo de la crisis que es tiempo de oportunidades, dicen. Ya nos enteraremos para quién.

Quédate en casa. Lee más de lo que sueles. Escucha con más esmero que de costumbre. Y piensa. Piensa bien en las circunstancias de este momento histórico y en cómo nos va a cambiar la vida. Lo va a hacer, no te quepan dudas. Y lo entenderemos alguna vez. Por extraño que resulte todo ahora.


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