Íberos, celtas, fenicios, romanos, bárvaros, vándalos, suevos, visigodos, árabes y vikingos no podían equivocarse. Todos no. Unos fundaron Iria Flavia otros se aposentaron tan rícamente en semejante sitio a la orilla del Sar, o comerciaron con sus lugareños, o se llevaron el oro del Sil, o la visitaron aunque sólo fuera para cumplir sus ansias de saqueo. Y me da a mí, dicho sea con todo mi respeto y admiración, que de todos ellos pudo legar algo Camilo José Cela.
Ser autor de 'La casa de Pascual Duarte' o 'La colmena', sumado a la condición de premiado con un Nobel de Literatura (1989) y otras muchas demostraciones de su altura, debían dar para 'sobraduras' como aquellas que a veces se le apreciaban a don Camilo. Y las dos bolas cojonudas a las plantas de su efigie en el parque de Padrón son firme metáfora de una impronta que, como mínimo, debía imponer mucho respeto a quienes llegaron a tenerlo delante.
Pero, creo, hay que buscar al literato a la salida de esa población que, a orillas del Sar, tiene albergue al paso de nuestro camino portugués. Y no parece que detenernos al inicio de la siguiente jornada, cuando aún no ha amanecido y urge ponerse en marcha camino ya de Santiago de Compostela, sea el mejor modo de disfrutar de ese rincón concreto. Así que en la tarde de pernocta en Padrón nos asomamos al lugar al que ahora peregrinan mis palabras.
Hay otra imagen broncínea del escritor allá donde la Iglesia de Santa María de Iria Flavia y su sugerente cementerio se miran cara a cara con la antigua casa de los canónigos, convertida en la actualidad en Museo de Camilo José Cela. Hoy, un año después recuerdo el momento vivido junto a él, cuando la tarde estival tan poco tiene que ver con la canícula sureña y las impresiones de los peregrinos festejaban ya proximidades compostelanas.
Y todo ello... porqué ahora? Verás, andamos reflexionando y gana la idea de no encorsetar nuestras experiencias del Camino en formatos, estructuras y obligaciones para el día a día nuestro en Jerez. Que quede siempre en el horizonte refrescante la posibilidad de encontrar en la ruta jacobea la liberalización de las penas cotidianas. Que el reencuentro con nuestro sueño se anteponga a la conversión en pesadilla de tan onírico peregrinaje.
Decía Cela que "no es lo mismo estar dormido que estar durmiendo, como no es lo mismo estar jodido que estar jodiendo". Lamento profundamente que huir de ese pasivo participio me pueda llevar a gerundio tan malsonante pero, genio y figura, lo cierto es que siempre será mejor ser protagonista activo del destino propio. No en balde, también dejó dicho que "la vida no es sólo el corazón que late; es también el pensamiento flotando sobre el que dejó de latir".
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