77'200 kilos. No parece que mienta la báscula de la farmacia de Puerta del Sur en la que compruebo lo que, tras bastante tiempo sin pesarme, venía yo sospechando. Batido tengo pues ese record tan extraño que mientras a unos origina pesadumbre, de la mano o no de propósitos de enmienda, a mí me trae una sonrisa que, en sí misma, ya es curva de la felicidad. Además de la que dibuja la barriguita, claro.
Creo que no es baladí aquello que traigo a vuestra consideración hoy en mi blog. Tras ser la persona de más corta oscilación en masa corpórea, salta a la vista que algo ha cambiado. Siempre entre los 69 y los 72 kilos y así desde hace demasiado tiempo, ahora toca esponjar aquello que evidentemente se veía frenado por razones que nada tenían que ver con mi alimentación. Ni siquiera con la actividad deportiva.
Pero hay algo que me extraña. Os explico... Durante mucho tiempo fueron tropa los que se preocuparon por mi delgadez. Tanto lo hicieron y durante tanto tiempo cada vez que me los encontraba en algún sitio que consiguieron alertarme. Quizá entonces no era posible explicarlo todo. Pese a que tan bienintencionadas inquietudes ajenas por mi aspecto me hicieran pensar en que las merecieran. Qué ha sido de ellos?
Quiero aprovechar estas líneas para agradecer a cuantos se acercan, tan bienintencionados o más que los alarmados por mi aspecto anterior, para alegrarse de corazón de lo bien que me ven ahora. Así como a la centinela de esa siesta mía, por su ojo avizor. Y, por supuesto, para repetirme la pregunta sin más ánimo que alentarlos a que perseveren. Qué ha sido de aquellos otrora tan preocupados por mí?
No hay comentarios:
Publicar un comentario