Acabo de comprobar que hoy hace justo un mes del Lunes Santo. Esa mañana me encontré un mensaje de messenguer de Facebook que de modo gratuito, ordinario y agresivo me increpaba tan extensamente como de modo impropio para alguien cuya profesión consiste en orientar y apoyar a personas con problemas. Su dedicación la ha de hacer serena, reflexiva y fuerte en valores. Y os parecerá lógico, si me conocéis, que hubiera en mi muro ese día referencias fotográficas y por escrito de la celebración de las palmas y los ramos del día anterior o al inicio de las estaciones de penitencia de las cofradías. Pues eso 'motivó' su enquina.
Acoge esa perorata que aún guardo toda una sarta de sandeces con las que me pretende calificar pero con las que sólo consigue descalificarse sola. Se da la mano con otras dirigidas a los curas en general, a pecados genitales que supone generalizados bajo sotanas o fuera de ellas y otras soflamas de carácter diverso y etiqueta simplona que me sorprendieron más por la hipotética altura atribuible a semejante profesional que por la encarnizada batalla que proponía.
Y no tuve agallas/ganas de decir nada sobre ello en plena Semana Santa. De hecho, fue leer aquello, en pleno asedio a cristianos que estaban (y están) siendo degollados en ciertos países de Oriente Medio o África, y no poder evitar mirar hacia un lado y hacia otro esperando la llegada de la espada que cortó la cabeza de San Pablo, la sierra que cortó el cuerpo de San Simón, el cuchillo que desolló a San Bartolomé o las piedras que lapidaron a San Esteban.
Ahora rescato aquellas sensaciones de hace un mes por dos razones que me muestro encantado de exponer sin alardes de mis creencias, pero reafirmando el derecho al respeto a las mismas que pido para mí y quienes la ejercen. La primera es que ya pasó la tentación de poner al descubierto la identidad de semejante intolerante tan falta de un mínimo de reflexión sobre la sustancia de fondo. La segunda, que pese a todo he de exorcizar aquel mal rollo generado!
Hay algunas actitudes, en ocasiones muy enraizadas en el ser humano que hacen que éste no trate con el debido respeto a sus semejantes, como por ejemplo:
ResponderEliminar- El egocentrismo y la soberbia.
- La intolerancia.
- La ausencia de valores.
- La mala educación.