miércoles, 4 de julio de 2012

Me uno a la banda de Yogui


El robo de la comida de los excursionistas y las carreras de Yogui y Bubu, entre la inocente picaresca del primero y la lastimera pequeñez del segundo, constituyeron siempre la oportunidad, porque siempre hubo final feliz, de unas risas que ni el gruñón guarda del parque Jellystone agriaba en mis años mozos de tele en blanco y negro. Luego llegaría el color pero tengo la sensación de haberlos visto siempre tal y como esa ilustración, mal que me pese que el General Electric Española con el que comenzamos a disfrutar de la caja tonta en casa adoleciera de cromatismo alguno.
Aunque la cosa está más para dejarse llevar por el mal ejemplo de los entrañables ositos que popularizaron en todo el mundo la conocida reserva norteamericana que ya asomó por primera vez en estos dibujos de Hanna & Barbera en 1961... aunque la crisis sugiera, insisto, el tirón del cesto más que la propuesta en ciernes, hete aquí que en unas horas tomaré el coche y mi familia (supongo que no en ese orden) y un desplazamiento, modesto pese a todo, al Parque Warner, me permitirá el reencuentro con estos personajes, con el Coyote y el Correcaminos y con alguno que otro más.
Aunque el par de días de disfrute en el término madrileño de San Martín de la Vega pretenden, sobre todo, la diversión de mi hijo pequeño (Carlitos, 8 años), he tenido que explicarle quienes son los individuos de marras. Cómo son físicamente, que carácter tienen, cómo es su comportamiento, cómo sus conversaciones, cómo las risas que provocaban en sus padres cuando tenían su edad... han venido a completar unos ratos de charlas poco pretenciosas que, sin darme cuenta, han dado sentido a las vacaciones. ¿O no es eso, zambullirnos en una recuperada infancia, el sentido de este asueto estival?
Las cosas son más fáciles en verano. Y lo son porque la ralentización del tiempo que exige esta estación hace que no necesitemos más que esbozar el recuerdo de aquello que disfrutamos antes de que la vida se nos complicara con hipotecas y otras condenas para haber conquistado aquello que requiere nuestro espíritu agitado por la prima de riesgo, los recortes salariales y demás historias para no dormir. Ya veré que hago a mi vuelta a Jerez pero prometo firmemente que, en solo unas horas, me habré unido a Yogui y Bubu para organizar el robo de la cesta de los excursionistas.

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