La terraza de mi vivienda aún lucía esta mañana las galas de la celebración. |
Comienza un nuevo día en Jerez, sin embargo. Y para mí luce con una luz especial aunque, en el fondo, no sea más que una jornada más. Como en Móstoles, Camas, Tolosa, Tarrasa, Fuentealbilla, Arguineguín o Los Palacios, cunas respectivas de Casillas, Ramos, Alonso, Xavi, Iniesta, Silva o Navas.
Todos estos pueblos, y muchos otros de toda España, ven salir el sol a la misma hora que yo respiro hondo en mi terraza. Y, a poco que consigan olvidarse de la heroicidad de la selección de fútbol, se reencuentran con sus cifras de paro, con sus problemas económicos, con la electricidad y el gas más caros, el copago...
Aquello que haya cambiado con los cuatro goles del Olímpico de Kiev es real, indudable y generador de la legítima euforia que nos envuelve. Pero malo será que nos volvamos locos sin entender que la pelota no resuelve nuestros males. Pese a que suene mal, en estos momentos, de la mano de un viejo futbolero.
Por ello, procuraré olvidar mis problemas y aprender, aun en plenas vacaciones, que, ojalá hubiese sido alguna vez un mal remedo de Sergio Ramos, si recupero el espíritu de aquel torpe central que fui hace años ('El Tigre' me llamaba Cañadas) quizá esté a tiempo de frenar a mis 'balotellis' cotidianos.
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