Está concluyendo el día del Corpus Christi. Y la bitácora se deja, a esta hora, apuntar cosas a vuelapluma. Son los pensamientos molturados a lo largo de dos horas de recorrido sobre la sal coloreada. Da tiempo para todo.
Sigue brillando como el sol. Y no hace falta que sea jueves. Lo digo para los nostálgicos. El Santísimo en la calle ha sido, es y será siempre, mal que nos pesen ciertas abulias, el día grande en el que es Él quien sale a la calle.
Desde mañana vuelvo, como hasta ayer, a visitarlo en las Mínimas. Mi conversación será con Él aún más directa y cercana, quiero creer, que cuando el bullicio se ha apoderado hoy del culto sacramental. Pero hoy ha sido otra cosa.
Cuarenta y nueve alfombras y cinco altares, despliegue de estandartes y representaciones, niños de Comunión y repiques desde la torre, marchas de procesión. Hay un Jerez que late y otro que no lo sabe. Tantum ergo.
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