Pero me vale más lo de la Selección de Baloncesto. Aquí también hay talento como en el tenista murciano. Pero no tanto. Aquí no hay tanto estrellas como compromiso. Grupo. Esa bendita osadía que consiste en proponerse hacer las cosas todo lo bien que se puede, pese a todo. Y conseguirlo. Desde la modestia.
Y ahora es cuando la intensidad de Alberto Díaz, la complicidad entre Juancho Hernangómez y Garuba o la fe de Rudy hacen saltar la banca. Porque la calidad de Lorenzo Brown tiene su aquél. Brillantísimo. Pero vuelvo a pasar por el tamiz y me quedo con la incredulidad de quienes siguen sorprendidos.
Ellos mismos reconocen no tener el talento ni la experiencia suficiente para estar en la final de este domingo. Tan acostumbrados como estamos a escuchar lo contrario. Así, el político de turno pavoneándose de lo que sabe y consigue, aunque no dé a España las victorias que la saquen de donde está.
Y llegan los de la camiseta roja y, sin dejar nada negro sobre blanco, escriben el verdadero manual de resistencia que el país necesita. No para que ellos nos resuelvan los problemas. Sí para que alguien tome nota de cómo son las cosas cuando se piensa más en el grupo, en el otro, en quienes nos necesitan.
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