jueves, 21 de mayo de 2020

Negociar con el dolor

Estoy escuchando a Maxim. Sí, el recordado y fugaz ministro Huerta. Era uno de aquellos cuyo relumbrón superaba, para muchos, las expectativas que pudiera generar a priori como gestor público en aquel gobierno anunciado por Pedro Sánchez hace dos veranos.

Me ha interesado alguna cosa de la entrevista. Entre ellas cómo salió del dolor causado por ese 'visto y no visto' en el mundo de la política. No en balde ser periodista, y escritor, y señalarse partidistamente es para pensárselo. Y eso, para un ratito sólo, es muy muy jodido.

Comenzó a releer sus propios libros. Uno a uno. Reconoce en la entrevista que se trata de algo que, antes de su plisplás político, calificaba de ególatra, casi onanista. Pero le ayudó a reencontrarse con el Maxim que dejó para hacerse fotos con una cartera.

Sus reflexiones, serenas y expansivas, se dan la mano, en la calurosa tarde de este jueves de mayo, con los análisis sobre una derogación express de la reforma laboral que presenta ojipláticos tanto al sindicalista Pepe Álvarez como al líder empresarial Antonio Garamendi.

A tales antagonistas ideológicos en tantas mesas de negociación aseguro reconocerles posibilidades fraternas más verosímiles que las que, por momentos, presentan otros desde posiciones disolutas. A éstos sí que les va a hacer falta negociar con el dolor.

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