Nadie se desgarre las vestiduras. Ni por lo que la política nos haya deparado en el pasado, lo que nos esté ofreciendo estos días o aquello que en el futuro tenga para nosotros. Tampoco lo haga nadie por esta modesta opinión que sé siguen muchos desde la evidencia o el soslayo.
Lo cierto es que veo a todo aquél que se arremolina en torno a Pedro Sánchez, que una vez investido no gobernará más que con las garantías de sus 84 diputados, y no puedo evitar ver a aquellos otros que, hace casi tres años, hicieron lo propio en el Ayuntamiento de Jerez.
Me dolía, y como no lo oculté en su día no me desdigo ahora, que una ciudad que por volumen de población requiere una corporación de 27 ediles, se tuviera que apañar con un gobierno de siete que llenaba de incertidumbres. Lo que se haya podido hacer es lo que nos ha traído hasta aquí.
Pues el resultado de la moción que manda a Mariano Rajoy a casa me resulta algo parecido. Y, pese a sus peculiaridades diferenciales evidentes, podríamos concluir que el modelo se impone. Y ahora toca reconocer qué han hecho los que en Jerez invistieron sin gobernar.
Pero la compañía del otro Sánchez (Pedro) es otra cosa. Y dan miedo los intereses con que ciertos apoyos quieran ahora cobrarse los deseos de Moncloa, a la sombra de la corrupción ajena, con que los socialistas cimentan lo que estos dos días ha ocurrido en la Carrera de San Jerónimo.
Por ello, a fuerza de ponerlos todos en los desmanes que la sentencia de la Gürtel pone en evidencia (necesario por supuesto), nos faltan ojos para la Bolsa (que se desploma), la Prima de Riesgo (que se dispara), como aplicar los 'odiados' presupuestos ajenos (impuestos por PNV), la cuestión catalana...
Pero yo, que soy de botella medio llena de un tiempo a esta parte, prefiero comenzar a pensar que quizá esto no se nos vaya a tomar por donde amargan los pepinos, ahora que comenzábamos a salir de la crisis. Quizá no haya que alarmarse... Quizá... De todo se sale. Como en Jerez.
Lo cierto es que veo a todo aquél que se arremolina en torno a Pedro Sánchez, que una vez investido no gobernará más que con las garantías de sus 84 diputados, y no puedo evitar ver a aquellos otros que, hace casi tres años, hicieron lo propio en el Ayuntamiento de Jerez.
Me dolía, y como no lo oculté en su día no me desdigo ahora, que una ciudad que por volumen de población requiere una corporación de 27 ediles, se tuviera que apañar con un gobierno de siete que llenaba de incertidumbres. Lo que se haya podido hacer es lo que nos ha traído hasta aquí.
Pues el resultado de la moción que manda a Mariano Rajoy a casa me resulta algo parecido. Y, pese a sus peculiaridades diferenciales evidentes, podríamos concluir que el modelo se impone. Y ahora toca reconocer qué han hecho los que en Jerez invistieron sin gobernar.
Pero la compañía del otro Sánchez (Pedro) es otra cosa. Y dan miedo los intereses con que ciertos apoyos quieran ahora cobrarse los deseos de Moncloa, a la sombra de la corrupción ajena, con que los socialistas cimentan lo que estos dos días ha ocurrido en la Carrera de San Jerónimo.
Por ello, a fuerza de ponerlos todos en los desmanes que la sentencia de la Gürtel pone en evidencia (necesario por supuesto), nos faltan ojos para la Bolsa (que se desploma), la Prima de Riesgo (que se dispara), como aplicar los 'odiados' presupuestos ajenos (impuestos por PNV), la cuestión catalana...
Pero yo, que soy de botella medio llena de un tiempo a esta parte, prefiero comenzar a pensar que quizá esto no se nos vaya a tomar por donde amargan los pepinos, ahora que comenzábamos a salir de la crisis. Quizá no haya que alarmarse... Quizá... De todo se sale. Como en Jerez.
No hay comentarios:
Publicar un comentario