El Cardenal Jorge Bergoglio presentado como Francisco I. |
La aparición de quien haciéndose llamar Francisco no solo me complace por tener al de Asís en el frontispicio de una era de Evangelio directo, testimonio y austeridad eclesial sino que también me confirma en algo que me dio por decir estos días ("es la hora de un papa latinomericano", apuntaba) colmó las expectativas. Pedir ser bendecido por el pueblo congregado antes de elevar él la mano, ese padrenuestro que pone inicio al nuevo pontificado, su talante diáfano en las palabras y en las posturas... Dios santo, éste es el Santo Padre que necesitábamos tras dos pontificados tan ricos como complementarios para esta época como lo fueron los de Juan Pablo II y Benedicto XVI. Me he puesto ante el ordenador con el afan de recuperar mis líneas en la bitácora olvidada por la saturación de las exigencias del mundo y me encuentro que, incluso yo, respondo a lo que ahora necesitamos. Suenan las campanas, y también mi corazón.
Me hace feliz la elección del colegio cardenalicio, vehículos del Espíritu que han vuelto a considerar que quien entra de papable en un cónclave sale de cardenal. Todos los nombrados tanto por la opinión pública han hecho un gran servicio, involuntario porque nadie se promueve, a la obra sabia del Espíritu Santo. Y ahora tenemos a Francisco. Sorpresa? Para mí no porque siempre pensé que tocaba un hombre venido de ese vivero de la fe que nos evangeliza en la vieja Europa y en todos los lugares en los que era preciso refrescar la acción de la Iglesia en medio del mundo. Aún recuerdo la fortaleza testimonial de todos los chavales que vinieron a Jerez con motivo de la JMJ, casi todos de países como Colombia, Guatemala, El Salvador y también de Argentina. Tocaba, claro que tocaba que el primero de fuera de nuestro continente correspondiera a una tierra de tan espléndida fe ejercida con derroche y sin los complejos de aquí.
Alabado sea el Señor. Que Francisco tenga un fecundo pontificado y que nosotros sepamos adentrarnos de su mano en los retos que en medio de la sociedad actual se reclama de nuestra Iglesia. Evangelio directo, testimonio, austeridad, presencia en el mundo... Que el Espíritu Santo siga alumbrando!
Una tarde emocionante, cargada de nervios y asombro . Muy contento de la sabia elección , el Espíritu Santo sabe lo que necesitamos en casa momento.
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