Acabo de ver 'Inefable'. Y hay que agarrarse a las hechuras locales de algunas declaraciones de los protagonistas, especialmente en lo referente a las celebraciones del ascenso, para no verse seducido de la idea que estuviéramos hablando de un club más grande que acabara de ganar la Champions.
Así es el resultado que ofrece este fantástico documental de Jaime Benítez. Este género audiovisual puede medir los resultados por su capacidad de convertir un hito en algo mítico. Y doy fe que lo consiguen sus 105 minutos, que pudieron ser más porque "hay grabación para hacer una serie de Netflix".
Cuenta la aventura del ascenso del Xerez CD a su actual categoría, que se materializó cuando la Feria del Caballo del pasado mayo se vistió de azul y blanco. Son quienes vivieron la gloria de Primera, se hundieron en la miseria deportiva e institucional y, aunque lo dieran por muerto, ahí sigue vivito y coleando.
La fe los salva y la Fe me salva todos los días. El Señor hace en mí maravillas desde una fortalecida espiritualidad en los últimos tiempos. Y se vale de Tere mi mujer, y de mi hija Laura y ese nieto que quita el sentío, y de mi hijo Sergio y su vocación, y de mi hijo Carlos y... ¡El xerecismo!
Quién me lo iba a decir cuarenta años después de ser un habitual del estadio Domecq junto a mi suegro. Luego, las obligaciones me apartaron hasta ahora. La complicidad paternofilial se ha dado la mano con sentirme parte, en la grada de Chapín, de un grupo espectacular.
Y ahora, sin haber formado parte de esa muchedumbre festiva que asoma en 'Inefable', me siento particípe de la herencia que me conecta con el Domecq, con aquellos ascensos, con la celebración del que lo llevó a Primera. Y ese sentimiento, que lo sepáis xerecistas, es ahora terapéutico.
Gracias!!
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