Con todo, van llegando ahora imágenes que me corrigen del primer intento de quedarme con la salud u otras circunstancias adversas. Qué fue de mi vocación de ir encontrando siempre botellas medio llenas?
Son días de dique seco. De ralentí obligado. Pero los tiempos que nos están tocando, querida Carmen, nos están enseñando muchas cosas. No en balde el terreno está abonado para que campee la desesperanza.
Conviene repasar. Es menester dar una pensada. Y también contemplar aquello que verdaderamente merece la pena. Que es mucho. Al final todo me conduce a ti, a tus fortalezas, a tu entrega.
Se disuelve la desesperanza entonces. Aparece la belleza de las dificultades superadas juntos. No se entiende la desesperanza si te miro. Por mucho que nos vengan tan torcidas.
Eres la sal del proceloso mar en el que dan igual las tormentas que lleguen. A decir verdad, por mucha desazón que arribara a nuestras vidas, la verdadera desesperanza siempre sería no tenerte.
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