sábado, 27 de diciembre de 2025

Cordero de Dios...

La extraña historia de esta corbata, contada a vuelapluma en mis redes sociales atisbando mínimamente un somero apunte de misterio, ha dejado el asunto colgado en la alcayata de vida espiritual tan profunda por la Gracia de Dios. Insuficiente me parece pues dejarlo en graciosa anécdota, sin más.

El caso es que la he recogido en Correos tras que, por no estar en casa en el momento de la entrega del paquete, haya sido preciso acudir con el papel del aviso dejado al vecino. Lo importante es lo singular del incumplimiento del envío. Ha llegado, ni más ni menos, que casi siete meses tarde.

La encargué para lucirla en mi Pregón de las Gloria de las Glorias, cuando allá por junio andábamos en vísperas de Corpus Christi. Intenten buscar alguna corbata en España con alguna especificidad católica, como el Agnus Dei. Imposible. Pero no cejé en el empeño de darme el capricho.

Nada pudo evitar que finalmente tuviera que hacer el deseado pedido online a una empresa de EEUU, cosa que pese a todo se hizo con tiempo suficiente. Pero mi gozo en un pozo. Nunca más se supo de la corbata. Algún desafortunado extravío, quizá? El bosque arancelario de Trump? Qué sé yo...

Pasó el Corpus, pasó el verano, llegó el otoño, dormido en sus pastas quedó aquel Pregón que me propuse ofrecer luciendo prenda con tan confesional detalle, el invierno, hasta un nuevo acto poético a mi cargo: el Anuncio de la Navidad de la Hermandad de la Redención salesiana.

Pero ha llegado. Sí, ha llegado. Lo ha hecho como lo hacen las cosas que parecen querer llamar la atención: inesperadamente. Y ha ocurrido justo en la víspera de la ordenación presbiteral de tres buenos amigos, en el día de San Juan Evangelista, este 27 de diciembre, en la Catedral de Jerez. 

El Señor la habrá creído mejor ocasión para el estreno. Es así como ilusionado por la aparición me la he anudado este sábado. Y en el templo: Liturgia de la Palabra, ritos propios de la Ordenación, Consagración y, poco antes de la Comunión, una invocación que me ha llevado la mano al pecho:

"Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros..."