lunes, 22 de agosto de 2011

El Portal ya mira al cielo

Foto de Eva Lindberg
Los dos kilómetros de la carretera 3119, el tramo que va desde el Cerro de la Bola (donde el famoso rancho) hasta el Palmar de Diosdado, tienen la culpa. Diego Almodóvar, el presidente de la asociación de vecinos de El Portal, eleva la voz y señala al cielo, ya emborregado por cierto. Aunque hace casi 40 estivales grados, se sabe que las primeras lluvias están más cerca de llegar que las soluciones que alguna vez se prometieron para la eliminación de los obstáculos que encuentra el Guadalete en su curso para poder evacuar agua.
«Se aproxima el invierno y de nuevo a sufrir sin que nadie dé soluciones definitivamente», lamenta el líder vecinal. Pero para señalar el riesgo de inundaciones que el río comienza ya a reunir para los habitantes de la ribera es preciso bajar la mirada, desde el cielo, a la mencionada vía provincial. «Nada de lo que están haciendo más arriba sirve», añade Almodóvar refiriendo la treintena de puntos de actuación que, antes de llegar a El Portal, visitaba recientemente el consejero de Medio Ambiente, José Juan Díaz Trillo.
El presidente de la asociación de vecinos, que curiosamente lleva el nombre de esta singular arteria fluvial de la provincia, advierte que «no vayan a creer que los trabajos que están realizando van a solucionar el problema de las inundaciones, eso que se lo crea quien quiera, yo no me lo voy a creer». Y menciona, entre otras, las obras que se realizan para los puentes de la autovía Jerez-Los Barrios, en la autopista Sevilla-Cádiz y en el antiguo puente de Cartuja como soluciones apenas momentáneas. Pero la CA-3119 sigue esperando.
Un verdadero embudo
Lo cierto es que el primer par de kilómetros de esa carretera El Portal-Medina Sidonia hacen, del único de los tres ojos que un día tuvo el puente que los sustenta y por el que deja pasar el caudal del Guadalete, un verdadero embudo. «Hace tiempo un técnico de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir que hizo un recorrido desde aquí hasta La Ina dejó claro que éste es uno de los peores puntos negros del río», señala con insistencia. Y Almodóvar no se explica qué fue, finalmente, de aquella opinión y porqué la Junta no hace nada allí.
Toda la llanura que pueblan núcleos rurales jerezanos como La Ina, Las Pachecas, La Greduela, Lomopardo o La Corta (los más afectados cuando llegan las inundaciones) se cierra entre los cerros de La Bola y el Palmar de Diosdado. Pero es que, además de la carretera que en arreglos y reasfaltados ha crecido más de un metro en los últimos 20 años, la presencia junto a ella de un muro, «mota» lo llama Almodóvar, viene a reforzar la condición de dique que ejerce el mencionado punto en esta vía dependiente de la Diputación.
«Hay que triplicarle el volumen de salida de agua», apuntan en El Portal para resolver esa escasa capacidad de evacuación que incrementa los riesgos que el poco cauce, tanto de anchura como de profundidad, tiene el Guadalete al llegar a la carretera. «Éste es el verdadero problema de las inundaciones, ésa es la realidad, y eso lo saben todos», indica añadiendo que «ya no vale seguir mareando la perdiz». «No sirve llorar cuando se tiene el agua al cuello», nunca mejor dicho.
«Es evidente que a estos gobernantes les importa un pepino el sufrimiento de estos ciudadanos condenados a sufrir, y con el agravante de que este invierno es muchísimo más peligroso», explica apuntando que no hay embalse de la zona que no haya alcanzado ya el 80% de su capacidad. Mientras tanto, recuerda el segundo problema del lugar, el azul de El Portal. «Ésta obra se ha convertido en un culebrón», dice. El proyecto, modificado un par de veces ya e incrementando su dotación, fue adjudicado en su día.
Menciona Almodóvar, que mientras tanto mira al cielo preocupado por ciertas nubes y unas primeras gotas de lluvia que parecen ir adelantando el otoño este pasado fin de semana, una cantidad inicial de 8.462.889,89 euros que, luego, habría crecido al menos en un 40%. Nueve años después el azud aún está sin terminar. Comenzaron los trabajos en marzo de 2004 y su plazo de ejecución empezó a incumplirse el verano de 2006. «Está clarísimo que no ha habido ni hay voluntad por terminarla», por eso hace un llamamiento a que «plantemos cara ante esta injusticia».
"Les daría igual que desapareciéramos todos"
Diego Almodóvar se siente profeta en el desierto de una falta de respuestas ante la que, sin embargo, se muestra incansable. «Desde el año 1996 vengo diciendo que nos teníamos que mover, que éramos nosotros los que teníamos que poner las cartas boca arriba». Pero todo hicieron oídos sordos. Y lo asegura recordando que ya se ocupó de ir a Madrid en su día para reclamar respuestas. Pero «a estos gobernantes les importa un pepino que los vecinos afectados sufran, como si desaparecemos todos».
Enarbola compromisos reflejados en un documento firmado por el Secretario de Estado de Relaciones con Las Cortes el 26 de julio de 2004. «Como se puede comprobar la tomadura de pelo es mayúscula», dice ante el resultado que, siete años después, han obtenido. Pero el presidente de la asociación de vecinos de El Portal insiste: «Hago un llamamiento a todos los afectados y muy particularmente a los representantes para que digamos basta ya». Así llega, un año más, finales de agosto. Y con ello, los temores de un nuevo otoño y sus posibles inundaciones.
El pescador que tuvo que dejar sus redes junto al Guadalete
Aún recuerda dónde tenía su zarampaña, arte de red que en la ribera del río le dio de comer en su día. Diego Almodóvar vivió de la pesca en el Guadalete. Y ello, además de ofrecerse como curiosidad costumbrista sobre aquello que El Portal disfrutó hasta hace unas tres décadas, se convierte ahora en hecho que revela la importante pérdida que, en términos de calado y anchura del cauce, ha sufrido con el paso del tiempo.
«Poníamos los tornos en la barranca, en las playas se ponían las berlingas y así quedaban desplegados los 30 metros cuadrados de redes», recuerda Almodóvar sobre el terreno. La construcción del azud acabó con la pesca en el lugar. «Aquí se podían pescar más de 20 clases de peces: langostinos, lenguados, peces espada, corvina, sábalos, lisas, barbos, angulas, boquerones...». Ahora ni suben los peces ni apenas baja el agua cuando llegan las avenidas a causa de las lluvias.
(La Voz, 22-Agosto-2011) 

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